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  Era una pregunta difícil de responder. ¿Cuántas veces se considerarían muchas y cuántas bastarían para que la respuesta fuera "pocas"? Tras un momento de silencio, Yuder dio la mejor respuesta que pudo reunir con su mente nublada.

"No lo sé".

"Ya veo..."

  Kishiar no dijo nada más.

  La habitación volvió a sumirse en una pesada quietud. Cuando Yuder respiró hondo y abrió los ojos, sintió un suave toque en la mejilla. Un aroma familiar le hizo cosquillas en la nariz y, al mismo tiempo, sintió que la cabeza se le nublaba aún más. La tensión desapareció de su cuerpo, que antes estaba rígido.

  Era una sensación parecida a la que había experimentado antes, pero diferente.

  ¿Qué era diferente? Sus lentos pensamientos acabaron por detenerse. No le apetecía reflexionar sobre algo tan agotador en estado de embriaguez. En su lugar, Yuder fijó su mirada en el rostro del hombre que había captado su atención, así como en la ventana que había más allá.

  Antes de darse cuenta, el calor que había aumentado notablemente en su cuerpo anhelaba la brisa fresca que entraba por la rendija de la ventana.

  Justo cuando se movía para atrapar un poco más de brisa, Kishiar giró finalmente la cabeza hacia él.

"¿Hace calor?"

"Sí".

"Si quieres tomar un poco de aire, esa dirección sería mejor. Hay una puerta que da al balcón".

  Kishiar señaló en una dirección oculta por muebles y pilares. Sin mediar palabra, Yuder se levantó y caminó en esa dirección. Aunque estaba ligeramente mareado, caminar no era un problema. Sus pies, sin embargo, se sentían como si flotaran sobre el suelo.

"Ten cuidado".

  El hombre que naturalmente le seguía a su lado dirigió suavemente el hombro de Yuder, ajustando sutilmente su dirección un par de veces. Aunque quiso decir que no era necesario, sus labios volvieron a sentirse pesados, y simplemente exhaló.

  Kishiar tenía razón. Abriendo de un empujón una puerta tan adornada con intrincadas obras de arte que era difícil saber si era una puerta o una pared, Yuder descubrió un balcón oculto.

  El balcón, amueblado con una silla larga excepcionalmente lujosa y una mesa baja, parecía diseñado para ser el punto de encuentro de los amantes. Sin embargo, las vistas eran demasiado espléndidas para desperdiciarlas en tales encuentros.

  El amplio jardín que se extendía desde el palacio, las numerosas grandes esculturas que formaban fuentes y un canal artificial que lo atravesaba estaban suavemente iluminados por luces decorativas. El débil sonido de la gente hablando a lo lejos se mezclaba con la música, añadiendo otra capa a la pintoresca escena.

  Yuder se apoyó en la barandilla e inhaló profundamente la brisa que refrescaba su calor.

"Una de las razones por las que el Palacio de la Cantamería es famoso es por esta vista. Desde aquí se pueden ver todas las partes más bellas del jardín a la vez. En verano, incluso se puede ver a la gente navegando en barquitos por el canal".

  Yuder no era especialmente imaginativo, pero mientras escuchaba la melódica voz de Kishiar a su lado, casi sentía que podía ver la escena con los ojos de su mente.

  A pesar de estar demasiado acostumbrado a las fiestas de palacio, ésta era una experiencia novedosa para él.

"En lugar de contar el tiempo que pasa, es más agradable ver escenas como ésta".

[Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora