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La relación que tenía Kirishima y Kaminari era envidiable ante sus ojos,ambos parecían ser la pareja perfecta frente a todos, eso causaba recelo en su interior.
¿Por qué el no podía tener algo así?
Suspiro con fastidio, guardo sus cosas dentro de su mochila y salió de su clase, sin despedirse de nadie puesto que no tenía amigos. Era una persona solitaria, alguien que siempre pasaba desapercibido en cualquier lugar u ambiente.
Quizá era por eso mismo que todo su ser revoloteaba de felicidad cada vez que iba con katsuki, porque el lo hacía sentir importante y significativo, como si de verdad tuviera el más mínimo valor como ser humano, aunque esto no podría estar más lejos de la realidad.
Cuando llegó al edificio donde recidía Bakugou se aseguro de parecer tranquilo y seguro de si mismo, al rubio no le gustaban sus tartamudeos o balbuceos infantiles.
Se dirigió a uno de los últimos pisos, se quedó quieto frente a la puerta que tenía el número #456 incrustado en ella, suspiro para calmar sus nervios y tocó con gentileza la madera.
Solo fue cuestión de minutos para que su amante abriera y lo mirara de pies a cabeza, casi, casi como si lo analizará para ver si era "digno" de poner un pie en su hogar.
— Tardaste mierdecilla — dijo con repudió hacia Izuku.
— Las clases tardaron más de lo normal.
Katsuki solo rodó los ojos y chasqueo su lengua en señal de fastidio, haciéndose a un lado para que el menor de edad pudiera entrar a su lecho.
Una vez dentro del mismo se quitó el abrigo y toda la ropa que tenía encima, era como si estuviera en automático, preparado para recibir lo que para él ya era una rutina desde que Katsuki Bakugou llegó a su vida.
Por inercia el rubio colocó sus fuertes y firmes manos alrededor de la cintura de Izuku, tocando por aquí y por allá al menor, sabiendo a lo que venía su compañero sexual.
— Tengo un paquete de cocaína, ¿Quieres probarlo? — susurro cerca de su oído.
El beso lleno de pasión fue una respuesta positiva a su interrogante, que entre pasos torpes se fueron dirigiendo a la habitación principal, solo para consumir algo de aquella sustancia tan placentera para ambos.
Bakugou lanzo sin un toque de gentileza a Izuku sobre la cama, este solo se sonrojo fuertemente ante la fuerza que poseía aquel hombre tan fuerte. Lo siguió con la mirada, viendo cómo sacaba una pequeña bolsa con polvo blanco del cajón de noche.
— Vamos a disfrutarlo, nerd — mostró una sonrisa macabra, sin intenciones buenas.
Ésto solo pudo hacer que el peliverde se excitara aún más, su pene empezó a pulsear en busca de atención y su corazón latía mil por segundo, solamente se enfocaba en lo bien que la pasaría esa noche.
