Prólogo

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 Coldspring era un pueblo pequeño, pintoresco y sus no más de 2,000 habitantes lo hacían un lugar tranquilo y acogedor para vivir.

Parrot Street no era una calle particularmente concurrida, pero esa noche parecía desolada. Ni un alma a la vista y un clima que nada tenía que ver con la situación en la que se encontraban las que, al parecer, eran las únicas dos personas despiertas en toda la ciudad: Robert y Karen corrían por sus vidas.

No se habían detenido en una semana, el camino desde Alabama a Coldpspring había sido duro y lleno de obstáculos, pero la fatiga no significaba nada comparado con lo que los traía hasta aquí. Avery había nacido dos meses atrás, de cabello rojizo como su madre y de ojos grises como su padre, la pequeña había sacado lo mejor de ambos. Pero no podían cuidarla, no cuando se ofrecían recompensas por sus cabezas, debían protegerla y mantener en secreto la pequeña marca que se encontraba en su costilla derecha, marca que revelaba su naturaleza y la cual debía no ser vista por nadie si querían mantenerla con vida.

La única luz encendida en Parrot street era la de una gran casa azul con numerosas ventanas, esta luz les indicaba el camino y parecía decirles que finalmente todo iba a estar bien. Dejaron de correr cuando faltaban pocos metros para llegar a la puerta, habían despistado a los Darkness hace no más de media hora por lo que no disponían de mucho tiempo.

-es aquí- Las lágrimas no dejaban de correr por las mejillas de Karen, no podía entender cómo es que todo había ido tan mal. Ni como es que ésta sería, probablemente, la última vez que sostendría a su amada hija en brazos.

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