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Pasado cierto tiempo, cómo una semana más o menos, volví a ir de camino a clases. Estaba lloviznando y hacia frío, mi uniforme es impermeable, pero mi piel no. El señor de la moto iba rápido para que no llegara tan mojado, a mitad del camino pudimos dejar atrás la lluvia, al menos un tiempo.

Hoy era el día, el día del segundo grupo para exponer, estaba un poco nervioso porque ya solo faltaba mi grupo y un grupo extra, aunque eso no me tenía tan nervioso cómo el hecho de ir a conocer a Dulce de Leche, hace un par de días habíamos hablado y teníamos ciertas cosas en común.

No es extraño para mí sentir nervios al conocer a alguien, aunque las ganas de correr o inventar una excusa me quieren ganar, prefiero ir y fingir estar bien porque no quiero dejarlo mal parado, plantado para los que no entiendan. Le dije que hoy tenía que ir a una tesis y sería al mediodía la hora dónde iría a verlo, habíamos dicho que nuestro punto de encuentro sería una tienda.

—Edwin... —Susurré mientras miraba el camino, ya casi faltaba para llegar.

Edwin era su nombre, nunca antes había conocido a un Edwin. Sonreí, no por felicidad o algo por el estilo, sino que sonreí de forma inconsciente, los músculos de ni rostro tenían ese pequeño problema de hacerme sonreír.

La moto bajó la velocidad en una esquina y se detuvo en la acera, frente a la entrada. Bajé y le pagué al señor, entré rápido y saludé a unos compañeros que estaban por ahí.

Saqué mi teléfono para entrar a mi perfil de Facebook para escribirle nuevamente a Edwin y confirmar nuestro encuentro.

“Hola, oye, si vamos a vernos?”

Escribí rápido y esperé un poco, hasta que respondió.

“Que sí, en el Amazonas Center, verdad?”

“Sí, a las 12, vale?”

Vaaale

Suspiré aliviado, sonreí otra vez.

Poco a poco llegaron mis compañeros de clases y otros estudiantes de otras asignaturas, llegó el profesor y fuí directo al salón para tomar el asiento intermedio. Hablé con mis compañeros y llegaron los que tenían que presentar la tesis, ya eran casi a las ocho de la mañana.

Mi teléfono vibró y lo saqué, era un mensaje del profesor que había salido a buscar una laptop para la presentación de diapositivas.

El grupo que llegó a exponer estaba conformado por chicas solamente, decoraron la pizarra y pude ver que estaban haciendo algo con foami y palitos. Supongo que era parte de su exposición.

Pasado un tiempo llegó el profesor con la laptop, guardamos silencio y las chicas dieron inicio a su tesis, hubo ciertos percances, también risas y silencios, los nervios se sentían porque todo esto valía una nota en la calificación final.

Cada cierto tiempo sacaba mi teléfono para ver la hora y veía cómo poco a poco se acercaba la hora del encuentro.

—Damos por concluida la exposición, gracias a todos por su atención. —Dijo mi compañera para después escuchar aplausos de todos y de mi parte.

Ellas empezaron a repartir un pequeño refrigerio de una malta con un ponquesito y, lo que habían hecho con el foami y los palitos, un corazón con un versículo de la biblia, sonreí porque se me hizo algo muy bonito. No soy creyente ni nada por el estilo, pero fue lindo.

Guardé la malta y el corazón de foami dentro de mi mochila, me despedí de mis compañeros y del profesor y fuí rumbo al Amazonas Center, mientras caminaba pensé en lo que le iba a decir o cómo iba a reaccionar. Mire el ponquesito y se me ocurrió la idea de dárselo a él, de todos modos no quería tanto dulce ya que con la malta era suficiente.

Crucé varias esquinas y llegué al lugar, no lo ví, entonces saqué mi teléfono y le escribí, respondió al instante.

“Ya salgo”

Y así fue cómo lo ví salir.

AZUL Y MORADO (título en proceso y portada temporal hecha por mi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora