» Parte 1

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Martes, 9 de mayo de 1916

Querido Harry:

Supongo que ésta sería mi primera carta para ti. Mamá dice que debería esperar a que escribas tú primero, pero no puedo contenerme. Te escribí para contarte una maravillosa noticia. Nuestro apresurado apareamiento y matrimonio como consecuencia de tu deber patriótico me ha traído un regalo. Vas a ser padre en unos 6 meses, si debo creerle al médico. Nada menos que eso, claro está, sólo llevamos casados ​​tres meses. Lo sabes, por supuesto. Simplemente no podía esperar para decírtelo, Harry. Para cuando entiendas esto, estaré mucho más avanzado que eso y, con suerte, estaré mucho menos enfermo. Mamá dice que cree que será un niño por lo enfermo que estoy. Ella estaba muy enferma conmigo, ya ves. ¿No sería maravilloso, Harry, un hijo? Nunca me he sentido más orgulloso de lo que me siento ahora Harry. Vuelve a escribir pronto, me siento terriblemente solo sin ti.

Te ama, tu Lou.

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La vida en Homefront era difícil para los omegas. Nunca nos sentimos completamente seguros sin nuestros alfas y todavía vivía con mi madre cuando mi entonces prometido fue inscrito en la guerra por la nueva ley de nuestro gobierno. Él apenas tenía 20 años, yo casi 19.

—Harry, no puedes ir. No me importa la ley. No puedes ir —le supliqué, sollocé por miedo a que nunca regresara.

—No puedo no ir, Louis —intentó calmarme aplastándome contra su ancho pecho. Resoplé y dejé que mis lágrimas empaparan su camisa—. No soy un cobarde. Soy joven y estoy físicamente capacitado y no puedo no ir. Estaré bien. Prometo que volveré.

—No puedes prometer cosas así, Harry —dije en voz baja y él suspiró, inclinándose para colocar un suave beso en mi frente.

—Me esforzaré lo más que pueda, Lou —miré pensativamente el anillo en mi dedo. Me alejé lentamente de él y me limpié la nariz con el pañuelo.

—Tengo una condición Harry —le dije y él asintió con ansiedad.

—Lo que quieras, Lou. Te traeré la luna —me reí y le di una ligera palmada en el pecho.

—Quiero que te cases conmigo antes de irte. No puedo enviarte a Francia con todas esas lindas omegas francesas sin un anillo en el dedo —él se rió a carcajadas antes de levantar mi barbilla para darme un beso.

—Eres el omega más bonito, Louis, por supuesto que te haré mi esposo antes de partir.

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Nos casamos tres días después en el ayuntamiento. Se fue en tren dos semanas después.

—Vamos, Louis, por favor no llores. Esta guerra no puede durar mucho. Dicen que terminará pronto —trató de consolarme. Asentí, conteniendo las lágrimas que amenazaban con romper en las esquinas de mis ojos.

—Somos recién casados, deberíamos ser inseparables —dije con amargura.

—Se puede culpar a la guerra por eso —él se rió entre dientes y besó mi mejilla suavemente.

—Tengo esto para ti —dije lentamente, sacando dos fotos del bolsillo de mi chaqueta—. Son fotos mías para que las lleves contigo —él sonrió y me las quitó.

—Estas son geniales —se quedó mirando la primera foto—. Puedo presumir ante todo el ejército de lo bonito que es mi omega —me reí antes de comentar más.

—Tal vez sólo la primera imagen —luego miró la segunda. Sus ojos casi se le salían de las órbitas.

—¿Quién te tomó esta? —peguntó y me reí.

Dear Harry, Love LouisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora