Y allí estaba ella, otro día más en ese sufrimiento. Sentía que no podía más. Estaba a punto de explotar, quería salirse ya de esa tortura, pero tenía miedo de arrepentirse y volver hasta su casa pidiéndole perdón culpándose por todo, como ya había acostumbrado a hacer varias veces anteriormente.
Pero esta vez ella sentía que era la definitiva y que sería imposible poder sobrevivir a esos tratos. Su cuerpo ya no aguantaba más asaltos y su estado mental cada vez iba empeorando.
Lo estuvo planeando durante meses, como salir, de donde escaparse para que su esposo no se diera cuenta, como hacer para que no quedase ningún rastro de ella. Quería desaparecer, irse del continente si hacía falta. Ese hombre la tenía muy manipulada, hasta llegaba a ser enfermizo todo lo que le hacía creer para tenerla bajo su control. Y tanto tiempo le tomó darse cuenta y ponerle fin al asunto.
No la dejaba tener vida propia, no tenía secretos con él, él sabía todo de ella. Ella hizo lo posible para que él no se diera cuenta de que le escondía algo, y sorprendentemente, lo logró. Finalmente, después de haber casi perdido la esperanza en aquella lucecita de libertad que tanto anhelaba.
Sabía que no se merecía ese trato, pero creía que esa era la realidad de todas las parejas. Desde pequeña leía los libros de romance y todo era muy bonito y rosa y que toda mujer necesitaba un hombre para poder completarse de alguna manera. Era lo que todas las películas que ponían en la televisión transmitían, la media naranja, siempre la mitad de alguien más.
Descubrió que la realidad no era rosa. Ni bonita. Que el romance no duraba. Que él para siempre era una mentira más de esas de los cuentos y la ficción. La realidad, su realidad, era otra muy oscura, con dolor y marcas, gritos y cristales rotos.
Su pareja parecía una persona cuando se conocieron, pero poco a poco se convirtió en ese monstruo al que no se podía hablar. El que parecía tener su vida y su destino entre sus manos. Del que le costó tanto escapar.
Por muchos meses tenía miedo de estar equivocada y cometer el gran error de su vida, pero no se iba a quedar con la duda. Esta noche era el gran momento, planeaba guardar algunas prendas y cosas básicas necesarias para poder sobrevivir los primeros días fuera de casa.
Él no estaba, estaría trabajando supuestamente, pero ella ya sabía todo, ya estaba harta de él y sus mentiras descaradas.
Cuando terminó de recoger todo rápidamente, fue en busca del dinero que había estado guardando en secreto durante todo este tiempo para poder viajar, ya que él no la dejaba tener ningún acceso a sus cuentas bancarias ni nada de eso.
El peor error que pudo hacer su familia es obligarla a casarse con él, por el simple hecho de que su padre es presidente de la ciudad y de que tienen mucho dinero.
Cuando logró salir de la casa sin que ninguna cámara del jardín la pillara, se sentía como un delincuente, como si estuviera haciendo algo malo, il·legal. Pero a la vez se sentía libre, y deseaba que esa libertad no fuera instantánea y que no la pillaran en ningún momento del plan.
Consiguió llegar hasta la parada del autobús, se le hizo raro que no hubiera nadie a su lado controlándola, disfrutó ese sentimiento de independencia.
Ya hacía una hora de que había llegado al aeropuerto. Había comprado el billete de avión y estaba sentada en las sillas esperando el embarque.
Después de un buen rato, se dio cuenta de que la estaban vigilando, y se fue al baño para esconderse de cualquier persona que pudiera arruinar su plan. Sabía que era posible que su marido la esté buscando por todos lados.
Cuando ya estaban por aterrizar, vinieron unos agentes para revisar quién estaba en el avión, y dijeron que estaban buscando a una persona que se escapó de su casa. En ese momento, el miedo la invadió por completo, se paralizó, no tenía control de su cuerpo, sus piernas empezaron a temblar y parecía empezar a tener un ataque de ansiedad, esos que le sucedían cuando su marido le intentaba agredir...
Le vinieron muy malos recuerdos en la mente de esos hechos y no la estaba pasando muy bien en ese momento. Se levantó rápidamente para ir al baño como pudo, últimamente parecía que el baño era su único refugio.
Después de media hora, se dignó a echar una ojeada fuera del baño, tenía mucho miedo de que alguien la pillara, tenía un sentimiento de culpa, pero eso no la detuvo.
La primera semana fuera de casa se le hizo bastante fácil, pero ella sabía que tenía que conseguir trabajo lo antes posible porque no podía estar viviendo en un hotel durante tanto tiempo y sabía que ese dinero no le iba a cundir por mucho más tiempo.
Iba sobreviviendo como podía con lo que tenía, pero es verdad que había empezado a notar una gran diferencia sin él, sin nadie que la vigilase, sin nadie que siempre estuviera encima de ella, por no ser perfecta o por no ser lo que él quería que ella fuera, su criada. Dejó de sentirse dominada, y ese sentimiento le causó mucha satisfacción, hacía tiempo que no lo sentía.
Igualmente, estaba mal, lloraba todos los días, a veces se arrepentía y tenía ganas de volver, y le volvían a agarrar esos famosos ataques de ansiedad tan frecuentes últimamente en ella.
Empezó a cuidarse, a intentar sanar, no sabía si lo iba a lograr, se le hacía algo muy complicado, pero le estaba yendo muy bien en todo lo que hacía, hasta consiguió dos trabajos.
Fue a un psicólogo, que le sirvió de mucha ayuda para su proceso de recuperación.
Poco a poco fue mejorando, aunque ella no se diera cuenta.
Comenzó a quererse más y a conocerse, sobre todo. Le encantaba tener su propio control y dirigirse a ella misma, sin que nadie más lo haga por ella.
Hizo nuevas amistades, las que él nunca le dejaba tener y le prohibía todo tipo de contacto con el mundo exterior.
Se dio cuenta de lo que es vivir, de lo que realmente es la vida. Hacía muchos planes, se divertía con quién salía y no dejaba de pasarlo bien. Todavía tenía ese miedo en lo profundo de su corazón de que eso se terminara, pero decidió disfrutar de esos momentos y no pensar en un futuro, vivir el presente plenamente y olvidarse lo más que pudiera del pasado.
Y así fue cambiando su vida, intentando mejorar cada día, basándose en las experiencias del pasado, y a la vez, intentando olvidarlo...
Meses más tarde
Ella estaba muy distinta, se notaba ligera, se sentía libre, libre como una mariposa, acabando de salir de su caparazón, deseando que llegara el momento para ver qué color eran sus alas, y descubrirse a sí misma, de conocerse.
Después de escapar estuvo en su capullo, desconectando de todo lo que tuviera a su alrededor, cosiendo sus heridas de guerra, sanando mientras iban pasando los días, haciéndose más fuerte y queriéndose cada día más.
Poco a poco fue dándose cuenta de la realidad y de que tomó la mejor decisión de su vida, volar, volar muy alto.
"Las mariposas no pueden ver lo bellas que son sus alas.Las personas tambien son así, que no te pase lo mismo."
Hecho por:
Dox
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MARIPOSA
RomanceNunca es tarde para volar alto, y mostrarle al mundo tus preciosas alas...