Capítulo 3: Noche del qurupeco

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En los llanos arenosos imperaba la helada noche. Sin nada que pueda proteger del frío, una persona normal se quedaría sin fuerzas en cuestión de minutos, pues era un lugar de temperaturas extremas. Los gritos de los jaggis que habían salido de caza nocturna podían oírse cercanos al lodazal, donde dos hunters caminaban en busca de un qurupeco.

-¿Por qué no trajiste psicosuero? Nos ahorraríamos el tener que buscar al maldito trompetista. -Se quejó Kmälaz.

-Calla, que yo controlo. Estará en el siguiente área. -Respondió Edward.

-Llevas cinco minutos diciendo eso...

-Y en algún momento tendré razón.

Al llegar al área tan sólo había algunos rhenoplos, chocando sus cabezas los unos contra los otros. Ni rastro del qurupeco.

-Este pájaro nos ha salido inteligente. - Puso como escusa Edward, momentos antes de recibir una pedrada de Kmälaz.- ¡Oye!

-Mejor será que nos separemos. -Dijo Kmälaz- Si lo encuentras, márcalo con una bola de pintura.

-A ti te voy a marcar yo...-Susurró Edward, al tiempo que sacaba una bomba boñiga y se la lanzaba a Kmälaz, acertando en su cara.

Antes de que a Kmälaz le diese tiempo para enfadarse, se escuchó un batir de alas. El qurupeco estaba descendiendo en ese área. Ambos hunter se miraron y al instante se armaron, Kmälaz con un martillo y Edward con un hacha cargada, y fueron a por el qurupeco. El wyvern los vio y tomó aire para soltar un sonoro rugido. Había llamado a algo.

Los hunters pasaron largos minutos luchando con bravura. La armadura de tigrex de Kmälaz y de rathian dorada de Edward resistían bien los ataques ígneos del qurupeco, que no paraba de moverse y atacar con su pico y los pedernales en ambas alas. En un instante el qurupeco se alejó impulsado por sus alas y se quedó quieto cuando se posó sobre sus patas de nuevo. Casi parecía sonreír mientras miraba a los hunters. Un escalofrío recorrió sus espaldas cuando escucharon fuertes pisotones aproximándose. Ambos se dieron la vuelta para ver que era lo que se aproximaba. Su sangre se heló.

-Deviljho...-murmuró Kmälaz- Ahora nos vendría bien esa bomba boñiga.

-¿Nos arriesgamos a hacerle frente? -preguntó Edward- Difícil batalla esto y el qurupeco...

Antes de que Kmälaz pudiese responder, el deviljho, que corría hacia ellos, se paró y giró un poco su cabeza, oliendo algo. Los hunters lo miraron confusos, ya que nada solía distraer a un jho cuando estaba delante de su presa. El qurupeco chilló y alzó el vuelo para alejarse, asustado. Antes de que el wyvern pudiese alejarse, un poderoso rugido hizo que los hunters tapasen sus oídos y que el qurupeco cayese aturdido al suelo. El deviljho chilló también y se alejo de ahí con rapidez.

-¿Qué ha sido eso? -preguntó Kmälaz.

-Ni idea -respondió Eward- Pero lo importante ahora es matar al qurupeco ahora que no está el jho y salir de aquí cuanto antes.

El wyvern se levantó y volvió a entonar el rugido para llamar al jho, mientras los hunters cargaban con furia contra él, gritando.

Tras un poco más de lucha, el qurupeco cayó. Sin embargo, el jho no había aparecido en todo ese tiempo, cosa que extrañó a los hunters. Edward empezó a buscarlo, seguido por Kmälaz, que también sentía curiosidad por ese suceso. Lo que encontraron unos cientos de metros después los dejó sin aliento.

-¿Ese es el jho que nos atacó? -preguntó Edward.

Al jho le faltaba la mitad superior de su cuerpo. Tan sólo estaba su mitad inferior, y un gran charco de sangre alrededor.

-Eso parece -respondió Kmälaz- quizás...haya sido un deviljho más grande el que le ha hecho esto. Pero no hay nada destruído para haber sido un combate entre jhos. Y esas marcas en la cola no corresponden a las heridas dejadas por uno.

-Entonces quizás nos encontremos ante algo aún más grande y peligroso. Vámonos antes de que seamos un segundo plato. Tengo los pezones congelados... -Dijo Edward, mirando a su alrededor.

Los dos hunters se apresuraron en irse de los llanos arenosos, con muchas preguntas en sus mentes, y el miedo en sus corazones. Si había algo capaz de matar y devorar a un jho en tan poco tiempo, toda la región podía estar en peligro.

Bajo la sombra del wyrmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora