Sus ojos y sus labios hinchados, le dolía la cabeza, como dolía, solo por qué estuvo llorando sin poder contenerse. Ahora simplemente esperaba su llamado para subirse al avión sin dejar de pensar o preguntarse que estaría haciendo ahora sí lo que pasó no hubiera pasado.
Mirando hacia el piso casi sin pestañear, sostenía con su dedo índice y pulgar el pequeño dije que colgaba del collar de plata, una lágrima rebelde se deslizó por su mejilla, pronto fueron más.
Trataba de dejar de suspirar, apretaba sus labios como si eso evitará que volviera a llorar.
“Pasajeros con destino a Buenos Aires, Argentina...”
Escucho su llamado, echó su cabeza para atrás cerrando sus ojos respirando ondo, se levantó limpiando su lágrimas y tomo su maleta comenzando a caminar para poder abordar el avión.
No quería voltear para ver atrás, porque al hacerlo lo vería a él aunque no estuviera ahí, se fue sintiendo un gran pesar en el pecho, se fue queriendo quedarse, se fue sintiéndose una cobarde escapando.
¿Él pensó en ir a buscarla?
Sí. Pero no iba hacerle eso, no, no a alguien como ella.
¿Ella pensó en quedarse y dejarlo todo por él?
Sí. Pero sabía que no era lo mejor.