II

482 42 11
                                    

.“Bien dicen que nunca debés confíar en nadie, ni siquiera en la persona qué más amas, nunca sabés qué tiene planeado para tí ni mucho menos qué destino”.

Nuevamente me desperté en ésa maldita habitación oscura, con los pies y manos con marcas, cómo sí me hubieran atado, la cama estaba bien acomoda, qué yo recuerde no estaba así, y un destello de luz qué provenía de una ventana iluminaba mi rostro.

Agaché la cabeza lo más qué pude sólo para ver mis piernas llenas de moretones y sangre seca, no pude aguantar las lágrimas y empeze a lloriquear en silencio, extrañaba mi vida, a mis amigos, a mis padres, pero sobre todo

Mi libertad

Yo no quería estar encerrado en una habitación oscura con un maníaco rondando por aquella dichosa casa llena de cuadros de sangre y tripas qué todos los días olía a perfume de varón, no era un aroma suave sí no un aroma fuerte.

Gire la cabeza para mirar por la ventana y me levanté temblando por las piernas, me sostuve sobre una mesita de noche y camine hacia la ventana, apoye la mano sobre él vidrio de está y miré hacía afuera.

Él clima se veía muy lindo, niños jugando en él parque, las típicas parejas comiendo helado en él parque, autos, bicicletas pero sobre todo

Paz

Se escucharon pasos acercándose a la habitación, cerré fuertemente los ojos y escondí él rostro en mis manos, temía qué éso se volviese a repetir.

Escuché cómo la puerta de la habitación sé abrió y unos pasos se acercaron a mí, sentí aquel aroma fuerte a perfume y una mano acarició mí mentón.

—Cariño, ¿Qué dijimos sobre pararte de la cama a escondidas de mí? —. Preguntó aquella voz ronca y ruda detrás mío mientras se acercaba más a mí.

—No...

—¿No qué? — Sentí cómo me empujaron hacia la alfombra y caí de espaldas, aquel maníaco se sentó en mí abdomen, lastimandome más.

—Ya te lo eh dicho miles de veces y todavía no entiendes, ¿Eres un niño pequeño o qué mierda? — Negué rotundamente con la cabeza, a pesar de todo, yo era cómo un niño pequeño llorando para jugar con sus juguetes.

—¿Entonces por qué te comportas cómo uno? — Giré la cabeza a dirrección de la puerta, estaba abierta.

—Minho, ¿Puedo ir al baño? —

—No me llamó Minho, ¿Cómo me llamó? — Suspiré y dije

—Amor...

Odiaba tener qué decirle amor, era algo muy desagradable para mí, con él tan sólo hecho de pensar en todo lo qué me hace hacer o él mismo me hacé, me dan ganas de vomitar.

—Claro qué puedes ir, sólo qué ve rápido — Rápidamente me levanté antes de qué Minho cambiara de opinión y me dirigí al baño, dentro de éste había una pequeña ventana qué daba hacía la callé

Bingo

Cerré la puerta con seguro y me subí a la tapa del inodoro para así alcanzar la ventana, la abrí cómo pude y saqué una mano.

Nuevamente sentí él aroma fuerte a perfume dirigiéndose a mí dirección.

—Cariño, ¿Estás ahí? — Minho tocó la puerta con un poco de fuerza

—S...Sí, estoy aquí

—Voy a abrir la puerta quieras o no

Rápidamente me tire al suelo para escapar, me levanté cómo pude y brinqué la barda qué estabas ahí, corrí lo más rápido qué pude, giré la cabeza y la casa cada vez se perdía más y más con cada pasó qué daba, no pude evitar llorar de la emoción de poder tener devuelta mí libertad, mí casa, mis amigos, mis padres, mí pareja, realmente los extrañaba mucho.

Pero cómo la gente dice

Nada dura para siempre

Y ése fué mí casó, fuí libre tan sólo treinta minutos.

¿Quién sabía dónde estaba?, nadie

¿Quién me estaba buscando?, nadie

“Esas eran las palabras qué Minho me repetía día y noche, ya nada me dolía, solamente él hecho de ser de la propiedad de Minho, éso era lo único qué me dolía, quería ser libre, quería ser yo, quería ser mí personalidad, no una fingida.”

LIMERENCIA <Minsung<Donde viven las historias. Descúbrelo ahora