amar los ojos del diablo

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•─•─•Primeras notas: •─•─•─•─•─•─•

Recuerden no involucrar a streamers ni spamear en el chat por una interacción entre ellos.

Este fanfic es con mero índole de entretenimiento y no justifica las acciones que se mencionen.

No dudes en corregirme en faltas gramaticales, ortográficas o darme sugerencias en caso de que algo te moleste.

Notas finales largas porque no me sentiré cómoda si no me justifico.

También puedes encontrar este fanfic en Ao3 en mi usuario Sarciar Sam, link en mi bio.

Ambientado con la canción: Doin' Time - Lana del Rey



A Gordon le gusta Gustabo, y es raro, tanto por el conjunto de iniciales como el hecho de que discuten a diestra y siniestra por absolutamente todo. Aun así, sabe firmemente lo que más le gusta: que lo cuestione, le limite y le niegue. Pero tampoco parece sano, por lo que prefería no llegar a más y claramente no es por el miedo a la antipatía.

Las cosas se le fueron de las manos en una noche de copas, una fiesta en la casa de Isidoro donde descubrió que Gustabo es su compañero de casa y no hacía falta verlo dos veces para saber que estaba incómodo, rodeado de hombres y mujeres que no paraban de intentar lamerle las botas, o chuparle la polla en el contexto literal. Gordon comenzó a navegar entre la marea y casi se sentía como Moisés partiendo el Mar Rojo.

Cuando lo tuvo de frente, Gustabo sonrió, feliz, agradecido, coqueto, como si lo hubiera estado esperando, solo a él, entre toda esta gente, lo espero a él.

La música era muy alta y en caso de querer hablar se tenían dos opciones: estaban obligados a gritar o, como Gustabo decidió, se susurraban al oído. Vale, no era un susurro y cuanto menos era casual porque aun estando al lado del sentido auditivo estabas obligado a hablar alto, pero no había duda de la intención, la sensualidad y la atracción. Gustabo regalándole un coqueteo acentuado qué hacía obvio el hecho de que, si quisiera, sería la mayor competencia de Isidoro.

"Tardaste". Una palabra que le disparo en el pecho, le hizo parpadear y le hubiera hecho llorar si no fuera por lo vergonzoso del acto. El aliento en su oído qué pasó a su olfato en cuanto Gustabo lo volvió a ver a los ojos. Alcohol. No cerveza, no tequila, no bourbon, no vodka. Whiskey, y Gordon amaba el whiskey, o al menos lo hacía ahora.

Puede que se haya embriagado con el simple olor o fue víctima de la impulsividad y el deseo acumulado, la admiración, el enamoramiento, la lascivia, el hambre de piel, el hambre de su piel. Pero le beso, sin pensarlo, sin juegos o chistes; solo labios, dientes y lenguas a la par, danzando y luchando por dominar al otro.

Ya estaba borracho, en lujuria o alcohol, y Gustabo también (puede que más en alcohol), pero peleaban por una dominancia que ninguno estaba seguro de ganar, queriendo tomar el control porque ambos lo estaban perdiendo y el sexo se estaba volviendo una discusión más entre ellos. Era excitante, como todo Gustabo lo es.

Se tocaron, Gustabo acarició su espalda y sintió cosquillas, en respuesta metió su pierna en la entrepierna de Gustabo y apretó sus caderas, escucho un gemido. Gustabo lo tomo de la mano y corto el beso, volvió en sí, escuchando la música a todo volumen y la gente diciendo cosas indistinguibles, como si no los notarán, porque solo eran ellos.

Se dejó arrastrar a una habitación qué solo después descubrió que era de Gustabo y tomó los condones qué le mostraron sin importarle que adueñarse de ellos no parecía el plan original ni mucho menos de su agrado.

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