CAMINO DE ROSAS

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CAMINO DE ROSAS.
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RESUMEN: Terry esta más que seguro de que se ha enamorado de esa chiquilla cuya habitación de colegio estaba frente a la suya, pero teme confesarse. No es hasta que descubre que sus flores favoritas son... ¿Rosas?.

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Como todas las mañanas, desde su balcón él, la admiraba dar tumbos y saltos porque se había quedado dormida o porque había olvidado hacer su tarea, era una rutina divertida que lo hacia distraerse de sus propias actividades o que el castigo cualquiera que hubiera recibido por su mal comportamiento fuera mitigado. Cada día, desde el momento que la conoció en ese trasatlántico su pensamiento iba dirigido a ella ¿Por qué? Era una chiquilla cualquiera que provenía de Norteamérica a estudiar nada más, pero tenía algo que no se pudo sacar de la mente. Esa noche en el barco mantuvo su presencia en su ser, y fue una sorpresa encontrarla estudiando en el mismo lugar. Los chismes de pasillo claro estaban hicieron que su atención fuera mayor.

Era una huérfana, adoptada por una familia rica y ahora se enfrentaba a la discriminación de otros ricos... aquello no era novedad. El mismo sufría esa discriminación por haber nacido fuera de una relación tradicional aunado a su mal comportamiento ante la sociedad, quizás era por eso que se sentía identificado con aquella chica cuyo nombre le hacia recordar a los caramelos.

—¡Candy! —Y allí estaba otra vez escuchando el nombre de la chica que ahora lo tenia en la luna. Se asomo nuevamente por el balcón y encontró bajo su balcón a sus amigos llamándola para apresurarse para ir a clases. —¿Te quedaste dormida? ¿No estas usando el despertador que invente?

—¿Y que un día de estos me estalle en la cara? ¡Ni muerta! —grito la chica tratando de agarrarse el pelo en dos coletas. Posterior a ello, se subió a la baranda para así saltar a una rama que estaba cerca de su balcón —¡Voy en seguida!

—Espera... ¡Pero así no! —Grito Stear, uno de los chicos que llego con ella, él se comenzó a mover de un lado a otro al ver como la rubia de coletas tratando de llegar a ellos a través del árbol se resbalo y cayo al suelo de trasero. Terry desde su escondite trato de no reírse a carcajadas divertidas ante la torpeza de esa joven que ahora merodeaba en sus pensamientos.

En efecto, era la rutina mas divertida que se había hecho desde que ella llego a San Pablo. Y aquello le gustaba.

—¿Cuántas veces debo decirte que te mandaran al cuarto de meditación si vuelves a llegar tarde?

—¿A poco por eso me pueden castigar?

—¡Por esa tontería me han castigado! —Grito Terry desde su escondite. No tuvo temor de hacerse ver ante Candy y sus acompañantes, Candy sonrió al ver a Terry desde su balcón, como siempre, andaba fumando, con el pelo rebelde suelto, pero como siempre con una picardía que solo él podía expresar —Buenos días, Tarzán con pecas.

—¿Cuántas veces debo decirte que no me llames así? ¡Soy Candice White Ardley!

—Es difícil decirlo cuando trepas los árboles de esa manera.

—Eres un... eres un... ¡Uuuuugh! —La rubia no pudo decir mas nada, se alejo de los muchachos dando zancadas grandes y escupiendo fuego ante la ofensa de Terry, quien se mantuvo riéndose de esa chica que aun cuando se ponía como una fiera le seguía encantando. Hasta ese momento se había dado cuenta que le gustaba muchas cosas de ella, especialmente porque de algún modo se veían como iguales mutuamente.

Hasta ese momento, no había analizado cuanto le gustaba esa hermosa y rabiosa chica.

—Ese maleducado, narcisista y engreído... ¿Quién se cree para llamarme así?

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