Only

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Rosé trata de disimular sus nervios cuando la mujer de seguridad analiza su identificación, bueno, no la de ella, la de su hermana que casualmente tienen un gran parentesco y ella sí tiene la edad suficiente como para entrar a un club. No puede evitar sonreír cuando la mujer le devuelve la identificación y le hace una seña para que entre. Grita con sus amigas cuando al fin se reúnen adentro, era el cumpleaños de Lisa, su mejor amiga, y ella quería festejarlo en un club, así que Rosé no se iba a estar perdiendo la celebración por no tener la edad suficiente. Ser la menor del grupo tenía sus contras, pero sabía que no iba a ser necesario engañar a la seguridad otra vez, no era de salir mucho de todos modos.

—Te dije que lo lograría—presumió ante Lisa—Alice no se debe enterar nunca de esto, ella podría llegar a matarme—.

Todas se acomodaron en una mesa que habían reservado, mientras Rosé y Lisa se dirigían a la barra a conseguir algo para beber.

—¿Ronda de shots?—preguntó con picardía la mayor mientras miraban los carteles con las bebidas y sus precios. Rosé estaba decidida a tomar mucho esa noche, así que ni lo dudó.

—Que se jodan las otras—hizo referencia a sus amigas que las esperaban en la mesa.

Pidieron diferentes tragos y alguna que otra botella de vodka, y obviamente sus queridos shots, ya saben, para tomar mientras esperan.

Ninguna había notado la mirada de una pelinegra que estaba a un lado de ellas, la mujer las miraba detenidamente mientras bebía su trago. Bueno, ahí hay una mentira, no las miraba, la miraba, a Rosé para ser específicos. Muchas cosas la habían capturado, la ilusión que se le notaba de estar en un bar, la sonrisa que le compartía a la otra chica, el mentón que se marcó cuando alzó la cabeza para tomar el shot, sus manos, su abdomen expuesto, lo bien que le quedaba esa falda... bueno, eran muchas cosas.

Ay pequeña Rosé, sin darse cuenta se había convertido en el objetivo de aquella mujer. Y Jennie sabe muy bien como capturar a sus presas.

No le tomó mucho tiempo accionar, tenía experiencia en esto, todas caían con lo mismo: se acerca a hablar, las mira seductoramente, se forma tensión, paga lo que sea que hayan estado tomando en ese momento y vuelve a su solitario trago, con la excusa de que están acompañadas y entiende que es una noche de chicas. Cuando están solas el proceso se acorta bastante. El trabajo de Jennie termina ahí porque siempre vuelven solitas, y a ella no le importa pagar otro trago para cerrar la noche y subirlas a su carro para una gran noche.

Y no hay que subestimarla porque fué exactamente lo que pasó con Rosé. No dejó de mirar a la barra en ningún momento y Lisa la incentivó a ir y "dejar de ser una virgen de mierda". Prometió ir con cuidado y mandar mensajes actualizando toda la situación.

Dicho y hecho, a Jennie no le tomó más que una charla trivial para tener a la menor colgada de su cuello y suplicando ir a otro lado.

El viaje en auto fué un poco más tenso de lo que Rosé esperaba, no solo por los acalorados besos que ya se habían dado, sino porque su conciencia no estaba tranquila.

¿Estoy haciendo bien en irme a la casa de una desconocida y mayor de edad? no, pero que más daba si la mujer al lado de ella estaba buenísima y encima iba a ser la primera en follarla. Ella ya había ganado, le importaba poco lo que diga su conciencia, ahora la manejaban sus hormonas.

—Estamos por llegar, relájate un poco, estás muy tensa—Jennie habló, mirándola de reojo. Su voz aterciopelada erizó a Rosé—No te voy a hacer nada... bueno, al menos no nada malo—rió con picardía y la menor no pudo hacer otra cosa que morderse el labio, necesitaba llegar a ese apartamento, ya.

Cada momento que pasaba Rosé se calentaba más, Jennie era muy atractiva cuando conducía, su manos eran extremadamente bonitas y femeninas. Ugh, como quería que esas manos la tomen y la dejen sin respirar.

Pequeña presa | Chaennie OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora