Génesis:

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Hace miles de millones de años, cuando aún no se habían producido las glaciaciones, antes incluso de la época de grandes animales, arrasados por el cielo y la mar; la humanidad se encontraba en trincheras, aguardando pacíficamente una señal de sol, el agua o el fuego. En esta época había muchos Dioses, inmortales, poderosos e infinitos. Contaban con la ayuda de melines, pequeños ángeles que en una anterior vida fueron humanos, como el resto. Aunque no eran Dioses como sus creadores; eran fuertes, valerosos, místicos y sagrados. La humanidad, resguardada hasta entonces bajo las rocas, alimentadas de estalactitas y por rayos de sol tibios que emergían de techo, resquebrajado por el tiempo; La humanidad, avanzaba lentamente generación tras generación; poco a poco, salió de la cueva en la que se encontraban resguardados. No sin antes haber sufrido enfermedades como el miedo, o poderosos dones como la confianza y la seguridad, los que le empujaron a precipitarse al mundo exterior. Dones como la curiosidad fueron los que le empujaron a salir. Poco a poco, de forma lenta y torpe, allí estaban ellos, saliendo del amasijo de rocas, corrompidos por la belleza del mundo exterior. Al cabo de muchos soles y lunas salió completamente y abrió sus oscuros ojos, la piel se tornó entonces en un blanco puro, como aquellas cosas extrañas cosas que había en un universo visible les separaba de ellas. Poco a poco, la gente salió de la cueva del miedo y entró en el mundo exterior, el de la curiosidad, atrapados por la emoción que les cautivaba; y así emergió una poderosa civilización. Pasaron miles y miles de años, que pronto se pasaron, como si de una fugaz vida se tratase. Se creó entonces una sociedad justa e igualitaria. Los Dioses, sorprendidos por tal hazaña, se mostraron totalmente pasivos. La humanidad pronto avanzó y se modernizó con grandes edificios hechos de piedra dorada capaz de deslumbrar al sol, toda su arquitectura y arte, escritos y esculturas; bañadas por el don de la sabiduría. Hasta que un día, y sin previo aviso, una estela roja emergió del agua azul del cielo y un poderoso sonido retumbó entre las grandes montañas que protegían la ciudad. Fue entonces lo que vio un hombre lo que cambió todo. El fugitivo, llamado así por ser el primero en encontrar a la dama de pelo dorado que se posaba dormida en el suelo y la hierba, cultivada justo hasta ese momento por el don de la paciencia. Fugitivo, llamado así por ser el primero en evadirse de los dones de la libertad y curiosidad que le poseía desde el inicio de las generaciones. Fugitivo, llamado así por ser el primero en huir del paraíso donde la humanidad se establecía por ella mismo. Entonces, el Fugitivo, lentamente se acercó a la dama y se inclinó. Con sus dedos largos y finos tocó su cara. Entonces ella, se levantó. - ¿Quién eres? –Preguntó el Fugitivo ahora con la virtud de la seguridad. – Distopía. – Dijo ella en voz baja y asentando la cabeza. Entonces la vida se tinto de oro sumiso, del dinero, el saber se corrompió al ansia y la paz en guerra. Donde hubo respeto, se oxidó a la corrupción.

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⏰ Última actualización: Jun 26, 2015 ⏰

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