1) Craig odia la vida, y la vida lo odia a él.

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A pesar de las duras condiciones de vida provocadas por el apocalipsis, un pequeño grupo de sobrevivientes consiguió mantener una ilusión de control, incluso cuando se estaban quedando claramente sin recursos.

Algunos de ellos estaban al borde de la locura, aferrándose desesperadamente al sentido común a pesar de los peligros.

Entre el grupo se encontraba Craig Tucker, un chico de dieciséis años que tuvo suerte de encontrar a su familia entre los muertos vivientes, aunque pasó horas aterradoras buscándolos hasta que sus piernas se cansaran.

Craig reflexionaba sobre el pasado. Un escalofrío recorría su cuerpo todas las veces que recordaba ciertos detalles.

Los infectados ya no le asustaban demasiado, pero la primera vez que los vio, no podía quitarse la imagen del cerebro. Le atormentaba también el recuerdo de su hermana pequeña en el suelo de la escuela con horribles mordiscos por todo el torso. 

Echaba de menos la normalidad. Echaba de menos South Park, pero ¿quién no?

El pequeño pueblo de montaña era ahora una pesadilla inmutable imposible de manejar. Al instante, las preguntas llenaron sus cabezas. ¿Cómo ocurrió?

Craig no quería culpar a un chico de su clase que se llamaba Kenny McCormick, pero todos los demás lo hacían. Culpaban a él y a su familia por propagar una extraña enfermedad que nadie entendía ni conocía su origen, pero era muy mortal.

Convirtió a todos en monstruos, parecidos a un animal rabioso. Kenny fue visto por última vez cojeando fuera de la escuela con una extraña sustancia goteando por su boca mientras gruñía de forma antinatural.

Craig tardó meses en instalarse en la nueva base. Era un supermercado abandonado con unos pocos recursos que se agotaban aterradoramente rápido.

Craig observó cómo cambiaba la gente a su alrededor, especialmente a su padre. Era como si fuera una persona diferente.

—Craig, sigue llenando esa bolsa con lo que encuentres —la voz de una mujer sonó dulcemente en sus oídos, sacando al adolescente de sus pensamientos. Gracias a Dios que lo hizo. Juró que nunca dejaría de pensar en el pasado. Su pecho se sentía hueco cuando lo hacía.

El chico mencionado no respondió, ya que no sentía la necesidad de hacerlo. Vació por completo el último estante, saqueando el mini mercado que habían encontrado cerca de el supermercado.

Craig agarró la bolsa con fuerza, moviendo la cabeza para ver a su rubia madre distraída con algunas cosas que no pudo distinguir.

Sus amigos siempre le preguntaban por qué tenía el pelo negro a pesar de sus padres, y la verdad es que no le importaba, aunque empezaba a echar de menos esas preguntas, y-

Dios, ¿estaba pensando en el pasado otra vez? ¡Contrólate, Craig! pensó para sí.

Craig era el tipo de persona que enterraba sus dificultades a dos metros bajo tierra, esperando que no volvieran a salir a la superficie y le mordieran como esos infectados que vagaban por ahí. A medida que crecía, intentaba evitar los problemas.

A lo largo de su exploración en el extraño mini mercado, sujetaba la bolsa de alimentos con una mano y el cuchillo con la otra. Su madre se preocupaba por su seguridad cuando caminaba solo, pero ahora que ella estaba distraída, él podría aprovechar para recorrer un poco el lugar.

Mientras exploraba, encontró una puerta semi-abierta que parecía llevar afuera. Entonces, con curiosidad, la abrió, y se encontró con un bosque que parecía vacío, aunque desprendía un aire sombrío que le atrajo.

Volteó la cabeza y se fijó en la pequeña carretera que había a su lado y en el sospechoso auto aparcado en ella. ¿Significaba algo?

Su cabeza le dijo que echara un vistazo, así que lo hizo. Pero justo así, había caído en una trampa. Cometió varios errores sólo por adentrarse en el bosque sospechoso.

NO ME MIRES ASÍ | Tweek x CraigDonde viven las historias. Descúbrelo ahora