Habían sido días complicados para Diego, adaptarse a un nuevo equipo y al horrible clima de Monterrey no era fácil, además de lidiar con los comentarios de los medios que lo tachaban como un fracaso por volver a México, sólo tenía 22 añitos y ya sentía que su vida estaba acabada, a veces lloraba en silencio en los vestidores, a veces solo quería esconderse del mundo y llorar hasta que ya no doliera su alma.
Específicamente el día de hoy, se sentía peor que nunca, le había llegado una nostalgia repentina y quería solo meterse en su cama y llorar, estaba en los vestidores tratando de leer algo, le había dicho al entrenador que se sentía mal y realmente se sentía mal, aunque no físicamente si no emocionalmente, mientras leí pudo sentir la mirada de alguien.
— Dieguito, ¿Te sientes mejor? .— André lo miraba algo preocupado, no había pasado desapercibido para él que Diego últimamente no estaba al 100.
— Sólo es un dolor de cabeza, se me pasará. — Le regaló una sonrisa débil, ambos se miraron a los ojos por unos segundos y la tensión podía sentirse.
— Dale campeón, dale campeón. — Sebas había entrado cantando, sacando a ambos de su trance. — Ehh Dieguito, ¿Cómo seguiste chaparro?— la cercanía y la confianza con la que Diego y Sebas se hablaban molestaban a Gignac, ¿Estaba celoso? Si, mucho, desde que Diego llegó al equipo Gignac no podía quitarle los ojos de encima a ese niño.
— Ya mejor, mi sexasebastian.
— Bueno, ya déjalo que tiene que descansar. — Gignac alejó a Sebas de Diego. — ¿Necesitas que te lleve a tu casa Dieguito? Puedo llevarte sin problemas.
— Si, por favor. — aunque estaba en perfectas condiciones para manejar, Diego no iba a desaprovechar la oportunidad para pasar tiempo con Gignac.
Subieron al auto en completo silencio, el horrible tráfico de Monterrey sólo hacía más incómodo el ambiente, Gignac miraba al frente y Diego por la ventana, en la radio sonaba "Beso" de Jósean Log, en un momento sus miradas se cruzaron, nuevamente ese sensación de estar perdidos en sus miradas, todo dejaba de existir, poco a poco se iban acercando sin darse cuenta, hasta que el sonido de un claxon interrumpo el momento, Gignac avanzo con fastidio y el silencio nuevamente apareció.
— ¿De verdad te dolía la cabeza? — se arriesgo a preguntar Gignac, pues algo le decía que eso no era lo que realmente molestaba al menor.
— ¿Crees que mentí sólo para no entrenar? — Diego tomo esa pregunta como una ofensa, le molestaba que Gignac estuviera insinuando que era un "flojo", como la mayoría de la prensa.
— No, no, Dieguito, sólo quiero saber si te has sentido bien en el equipo, últimamente te veo distraído y yo...
— Ósea que piensas que no estoy aportando al equipo, ¿Crees que soy un flojo? ¿Crees que no me esfuerzo, como todo esa mierda que dicen por todos lados? — un nudo se formo en la garganta de Diego, a veces odiaba ser demasiado sensible.
— Claro que no, yo no pienso eso, para mí eres lo mejor que ha llegado al equipo. — Gignac se orillo para poder hablar con más calma, pues creía saber ahora el porque de su actitud. — ¿Realmente crees toda la mierda que dicen los medios?
— Pues parece que tú si. — se podía escuchar la voz quebrada de Diego. — Puede solo llevarme a mi casa, no quiero hablar de esto. — aunque Gignac realmente quería hablar del tema, no quería presionar al chico y se limitó a llevarlo a casa, pero ahora que sabía cómo se sentía no iba parar hasta que Factor Láinez se diera cuenta de lo valioso que es.
Así que durante los siguientes días, Gignac elaboro un plan, llenar de amor a Dieguito, empezó a dejarle pequeñas notas en su vestuario, era demasiado cursi pero pensé que eso le podía ayudar a Diego, y en efecto, cada que veía las notitas la carita de Diego se iluminaba, por supuesto que Diego sospechaba que eran de Gignac y eso lo hacía sonreír aún más.
— Ora ¿Quién te tienes sonriendo como pndjo? — a Sebas le encantaba molestar a Diego.
— Que chingdos te importa metiche. — Diego dirijo una mirada a Gignac y una tímida sonrisa. Todos en el equipo sabían que esos dos se traían unas ganas, tanto que era imposible que lo ocultaran.
Gignac cada vez se hacía más cercano a Diego, quería hacerle sentir que realmente lo quería, que era un jugador valioso pero sobre todo una gran persona, sin embargo, aún no podía decirle lo que realmente sentía, temía ser rechazado por el menor ya que era mucho mayor que él. Hasta que un día, una discusión logro acercarlos.
— No estas viendo wey, pásala por aquí. — el francés gritaba alterado al pequeño Diego, quién había fallado en el tiro, Gignac podía llegar a ser muy efusivo y realmente se alteraba en la cancha, pudiendo herir los sentimientos de sus compañeros.
— Ya deja de joder kbron. — fue lo único que dijo Diego, para seguir con el juego, pero después de eso aún seguía enojado con Gignac, le dejo de dirigir la palabra después del partido y durante los siguientes.
Sabía que Gignac podía ser así de exigente en la cancha, pero le molestaba que le hablara de esa forma cuando fuera de ella no dejaba de mandarle notitas, y le molestaba aún más que sólo eran puras notitas y nada que se le confesaba, pensaba que quizá sólo era un pasatiempo para el mayor, mientras sobrepasaba todo esto en su mente, el timbre de su casa sonó, con pesar se levantó a abrir, encontrándose con Gignac.
— ¿Qué quieres?
— ¿Puedo pasar?
— No
— Se que estas enojado por lo del partido pero te juro que no quise hacerte sentir mal.
— Ni siquiera es eso lo que me tiene enojado, se que eres un NyE cuando te enojas en la cancha, lo que me enoja es que me traigas de tu pndjo, eso es lo que me enoja.
— ¿Qué? — Diego suspiro con resignación.
— ¿Qué quieres de mi? A veces no se si te importo o solo juegas conmigo, creo que solo me ves como un niño y... — fue interrumpido por un beso, el beso que hace tanto tiempo ambos deseaban.
— ¿Quieres que te demuestre que no te veo como un niño? — volvió a besarlo está vez con más pasión.
La manos del mayor tocaron todo el cuerpo del menor, quién no podía hacer más que disfrutar del toque, era como un sueño estar en los brazos de Gignac, entre besos y caricias lograron deshacerse se su ropa, el mayor pudo finalmente tomar el cuerpo que tanto había deseado, uniendo sus cuerpos pero también sus almas.
Después de eso las cosas quedaron claras entre ellos, con la ayuda de Gignac, Diego pudo recuperar la confianza que había perdido pero también recupero ese amor por jugar. Gignac había aparecido para mejorar su vida, era todo lo que había soñado y era suyo, su ser de luz.