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En un rincón de los vestuarios se encontraba un Gustabo decaído, cada músculo en su cuerpo estaba tenso, quizás no era ni consciente del semblante en su rostro y la fuerza con la que sus manos formaban un puño. Miraba a la nada, el mundo entero dejó de existir para él y en su mente sólo se repetía una y otra vez la discusión que tuvo con su novio, o bueno, ahora ex. Conway había sido un capullo y Gustabo estaba harto de aguantar su mal genio, se había cansado de ser su saco de mierda, era él quien lo aguantaba cada vez que algo salía mal, cuando los de arriba daban por culo, cualquier cosa era una excusa para desquitarse con él.


Casi toda la comisaría se había enterado de la discusión, las paredes parecían de papel y los gritos de ambos retumbaron por todo, así que cada vez que algún agente entraba a los vestuarios optaba por dar media vuelta y regresar por donde había llegado.

— Gilipollas de mierda, hijo de tu putísima santa madre. — Gruñía entre dientes mientras dejaba su chaleco en su casilla. No había terminado sus horas de servicio, pero le daba igual, ¿qué iban a hacer? ¿despedirlo? Ojalá, pero estaba condenado a servir y ahora también a verle la cara a su ex cada día hasta el día de su muerte. Azotó con fuerza la puerta de la casilla y fue cuando se percató de la presencia de Freddy, quien le veía con el entrecejo fruncido. — Joder, Trucazo, casi me matas de un susto.

— Llevo cinco minutos aquí, Gustabiño.

— Eres un voyerista.

— Escucha, neno, ¿estás bien? Se han escuchado cosas, ¿sabes? Y hay una fila de agentes esperando a equiparse, pero un loquito los asusta.

Gustabo soltó una risita y rodó los ojos, se recargó en la pared mientras sacaba un cigarro. Le daba igual que toda la malla quisiera entrar, que se jodan.

— ¿Tienes fuego? — Freddy asintió, sacando su encendedor. Le dio una fuerte calada al cigarro y bufó, expulsando el aire. — No sé qué haces aquí, ¿no deberías estar hablando mierda de mí con Jack? Es tu mejor amigo.

— Me mandó a la mierda, qué quieres que te diga neno. Además, que sea mi mejor amigo no significa que no pueda hablarte.

Gustabo le vio de reojo, no sabía si fiarse, quizás el mismo Jack lo había mandado para averiguar cualquier cosa. Sacó su móvil y volvió a escribirle a Isidoro, no tenía señales de él desde hace horas. Quizás estaba con alguna de las cincuenta chicas de su lista. Necesitaba desahogarse y su único amigo no estaba disponible. Comenzaba a sentirse algo incómodo, Freddy sólo le veía en completo silencio. Cuando se acabó su cigarrillo, lo tiró y pisó.

— ¿A dónde vas, Gustabiño? Es muy pronto para que salgas del servicio.

— Voy a tomarme todo el frasco de pastillas junto a una botella de vodka, a ver si me muero de una vez.

Freddy quiso reír, pero algo le decía que no debería dejarlo solo. Estaba con el corazón roto y el orgullo dañado, esa combinación nunca terminaba bien.

— Venga, vamos por unos tragos, yo invito.

— Freddy, no te lo tomes a mal, pero eres el mejor amigo de mi ex, no quiero estar contigo, emborracharme y terminar llorando en tu hombro para que después vayas a contarle con lujo de detalle lo patético que soy. Gracias, pero no gracias.

No esperó una respuesta y salió de aquella habitación. Hizo un gesto con la cabeza para saludar a los alumnos y se marchó al estacionamiento, fue directo a su coche y pegó un brinco al ver el reflejo de Freddy en el cristal de su coche.

— Joder, Trucazo, pareces un puto acosador. Déjame tranquilo.

— Gustabo, tú y yo también somos amigos, pero no pienso rogarte, ¿sabes? Sé lo hiriente que puede ser Conway, sólo quería ser un buen compañero.

Embriágame y hazme olvidar |  FREDDYTABO + Conway | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora