El Salvaje Muchacho Del Estanque

4 0 2
                                    

Mis padres están divorciados hace 5 años. Yo tenía unos 9 entonces. Yo nací aquí, en Soul Town, la ciudad donde mi padre vive, y mi madre se mudó a Sand Town, un pueblo pesquero cerca de la Costa Oeste. Vivo con ella todo el año, y disfruto de bañarme en la costa de vez en cuando. Sin embargo, Soul Town tiene algo que ninguna ciudad tiene hoy en día. Tranquilidad. Es una mezcla tan perfecta y armónica entre la naturaleza y la ciudad que me entra emoción solo de pensar. Mi padre vive en un lugar bastante recurrido, pero todos los días puedes ver a la gente de los apartamentos vecinos asomarse a sus balcones para dar de comer alpiste y semillas a los pajarillos que se paran de vez en cuando. Mi padre les deja platos de nueces a los roedores que pasan cerca y de vez en cuando se puede ver a los venados saliendo a beber agua del río que queda detrás del condo. Por cierto, en Soul Town los arquitectos y la alcaldía han respetado la bella naturaleza y han decidido no construir nada más en territorio salvaje, por lo que puedo ver el bosque frente al arroyo desde la ventana de mi habitación, que da hacia la parte trasera. Era hermoso, y no había nada que envidiarle a Sand Town. Podía quedarme horas viendo a los peces nadar en el arroyo, o escuchando el suave revoloteo de las aves nocturnas que me arrullaba antes de dormir.

Este año no fue igual. Cuando llegué hacía un frío terrible. Lo cual no tenía sentido pues era verano. El frío no dejaba a la vista a ningún animalito, salvo a un par de aves terroríficas que se asomaban por ahí. Eran Nictibios, y eran también nocturnos. Nunca los había visto por el área, pero había uno en particular que me observaba mucho. Me levanté pensando en esa ave tan siniestra, pero a pesar de dar miedo tenía una extraña belleza exótica. Estiré los pies y me levanté de la cama, la cama que mi padre guardaba desde que yo era pequeño. Aún tenía mi tendido de dinosaurios. De hecho, mi cuarto casi no había cambiado desde que me mudé a Sand Town con mi mamá, excepto por la foto que tenía con ella en mi mesita de noche. Eso lo entendí, mi papá amaba mucho a mi madre y supongo que era doloroso tener algo de ella en su casa, incluso si mi cuarto estaba siempre con llave cuando yo no estaba. Verás, mi madre traicionó a mi padre con otro hombre, y es por eso que mi padre pidió el divorcio. A día de hoy mi madre aún está con ese hombre, y no es mal tipo, pero nunca superará a mi papá. Por mucho el hombre mas guay que he conocido. Eran como las 8 de la mañana, mi padre me llamó desde la cocina para ir a desayunar. El apartamento donde vivía mi padre no era muy grande, pero era suyo, y lo compró con mucho esfuerzo. Mi madre sí que vive en una casa enorme, una urbanización cerrada, con vigilancia. Me gustaba el lugar pero, no se comparaba nada con lo que Soul Town me hacía sentir. Sin embargo seguía siendo raro, el calor del verano siempre abrazaba Soul Town con fuerza pero esta vez, era frío, muy frío. Mi padre me hizo de desayunar mi favorito, huevos pochados. La gente los encuentra un poquito asquerosos pero amo sentir la suave yema derretirse en mi boca.

— Fran, hijo. ¿Te acuerdas de Julian?— Preguntó mi padre mientras yo me mandaba a la boca una tostada cubierta de yema. Hace tiempo no oía de ese nombre. Julian era mi mejor amigo de la infancia, hasta que me mudé por primera vez. Desde entonces, nunca supe nada de el.
— Sí, lo recuerdo. ¿Por qué?
— Arlo el padre de Julian vendrá de vuelta a Soul Town por el verano. Pensé que te gustaría, no sé, reencontrarte con Julian.— ¿Que sí me gustaría? Me encantaría. Me haría las vacaciones. Desde que me mudé a Sand Town no dejé de pensar un solo día en Julian y en que había podido ser de él. La emoción me carcomía y la sensación del estómago me quitó el apetito.
— Sí, seguro. Eso estaría lindo.
— Pensé que un poco de compañía te haría bien. Tu viejo padre es un poco aburrido.
— No eres aburrido papá, eres genial.— Mi padre río un poco, y luego se sentó frente a mí. Era extraño no ver ningún animalito descansando en el balcón del apartamento, sobretodo a esa hora.

No hice nada el resto del día. Quizás dormí un rato, y miré mi álbum de fotos de focas, que me regaló mi padre cuando cumplí los 6. Siempre fui fanático de las focas. Incluso llegué a despertarme por un par de ruidos horribles, como una mujer llorando. Cuando miré por la ventana, era nuevamente esa ave terrorífica de esta mañana. Salí de mi habitación, y me ruboricé cuando observe que Arlo estaba con mi padre en la sala de estar, porque yo aún estaba usando mis pantalones cortos para dormir. Normalmente no me apenaba con mi padre, pero era vergonzoso porque tenían dibujitos. Arlo saludó, era un hombre de cabello cobrizo y un poco bajo.

El Espíritu Del EstanqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora