LO JUSTO

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Gritos y alabanzas se escuchaban en la entrada de la muralla que servía como fuerte para proteger el palacio de REYA, un enorme imperio que se ha impuesto ante otros pueblos como el más poderoso de todos.

El general Lewis Hamilton había regresado victorioso de la batalla que había librado contra los Veltas que trataron de resistirse ante el imperio, sin embargo Lewis logró ganar las batallas necesarias para triunfar y expandir aún mas el dominio de REYA.

__ Nico!, Lewis ha vuelto __ Habló emocionada Falca, la hija mayor del emperador Keke, una omega muy hermosa de cabellera larga y castaña, delgada, de pechos pequeños y elegantes, una figura envidiable y lo que llamaban ideal, de ojos almendrados y labios finos, perfecta, ella era la prometida de Lewis, el emperador solo tuvo hijos omegas y por lo tanto estos no podían obtener el mandato del imperio, en vista de esto el emperador había prometido que el alfa que trajera mas honor al reino sería llamado su yerno y por lo tanto el nuevo emperador junto con la mano de su hija mayor Falca, y este había sido por supuesto Lewis Hamilton que después se hoy sería llamado emperador de REYA y el esposo de su amada Falca, después de todo, toda esta lucha había sido enteramente por ella, obtener su mano, y su amor.

Él y la princesa habían crecido juntos, el era hijo de un simple soldado, pero con el tiempo se había encariñado con la princesa y creía seriamente que estaba enamorado de ella, ya que jamás había experimentado algo semejante con nadie, nadie mas podía ser su omega si no era ella cierto.

El menor volteó los ojos, a él no le importaba en lo mas mínimo Lewis Hamilton, ese alfa iba a obtener lo que por derecho de nacimiento le correspondía, gobernar siempre fué su objetivo, pero desde el momento de su nacimiento unos extraños decidieron que no, por el simple hecho de poseer una vagina y poder traer bebes al mundo, no era para nada justo, y lo peor, su hermana estaba locamente enamorada de ese miserable, su hermana merecía algo mucho mejor que ese bastardo, por mas ganador de batallas que fuera.

__ No te arrepientes Falca, podrías pedirle ahora mismo a padre que deshaga el trato y lo haría, lo sabes __  La mayor lo miró con desaprobación, amaba a su hermano, pero también amaba a su alfa, aquel por el que habia esperado tanto tiempo, jamás aceptó el cortejo de ningún otro por amor a el, no iba a renunciar ahora.

__ Por supuesto que no, estás loco Nico, yo lo amo hermano, y el a mí, hemos esperado por esto tanto tiempo, que siento que es irreal, acaso no eres feliz por mí, hermano __ El menor la miró con tristeza y tal vez decepción no comprendía tal amor, no entendía por qué ella no reclamaba el trono, el mismo lo había hecho incontables veces, si bien era omega estaba seguro de poder gobernar igual o mejor que su padre, por qué ella no veía que era su derecho, no el de aquel usurpador.

__ En verdad Falca, no ves el enorme error que estás cometiendo, si te casas con el, lo perderás todo, jamás podrás recuperar el trono que por derecho te corresponde, no es justo __ refutó el menor.

__ Basta Nico, que no ves que tus palabras me lastiman, no soy como tú jamás quise el trono, por qué no lo entiendes, somos omegas, no nacimos para gobernar comprende, Lewis sera el emperador y yo su emperatriz, será mejor que lo aceptes de una buena vez, porque mañana me caso con el y será tu líder, y le deberás respeto por el resto de tu vida, comprende tu lugar Nico, jamás serás tendrás el trono, y para que lo sepas nada en esta vida es justo __ respondió su hermana con todo el enojo que tenía retenido, ya estaba harta de las infantilidades de su hermano y su rebeldía, llevaba años escuchando sus quejas sobre este tema , ya no más.

Prometió a su madre protegerlo y cuidarlo, tenía diez años cuando su hermanito nació y su madre se había ido de su lado, el parto fué demasiado duro para ella, el propio Lewis la había acompañado en esos duros momentos, pero ahora Nico ya era un adulto, tenía diez y seis años, ya no la necesitaba, ahora debía velar por sí misma y su felicidad y no iba a permitir que nadie intercediera.

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