"En realidad cuando estas enamorado podrías aceptar a la persona sin importar que en él vivan millones de demonios que te destruyan. Sé que es una idiotez, una ironía, pero así vivía nuestra enfermiza relación y moría cada vez un poco más, todo por amor."Cerré mis ojos al escuchar los gritos llenos de enojo detrás de la puerta, los golpes cada vez eran más fuertes, más llenos de furia y yo solo podía llorar, solo podía guardar silencio y acurrucarme en la esquina de aquel cuarto oscuro.
-¡Joder Amber abre la puta puerta, sé que estas dentro! -gritó el castaño que me tenía desorientada. Coloqué mis rodillas sobre mi pecho y solloce. Odiaba cuando Harry se ponía de esa forma, cuando me culpaba a mí por todo lo que no salía como quería.
Mis ojos se abrieron de sobremanera al notar que la puerta comenzaba a crujir. Harry la había roto. Joder, había roto la maldita puerta. Sus botas comenzaron a dar fuertes patadas hasta que en ésta quedo con un gran agujero en el medio, mi corazón se encogió al mirar a Harry en ese estado. Tan violento, tan indiferente. Yo me corrí más a la oscuridad.
-¡Amber! -gritó cuando me localizo entre las penumbras. Solté un sollozo y me acurruque en el suelo llorando y rogando para que no me golpeara.
-¡Harry no! -grité cuando observe cómo se acercaba a mi a gran velocidad con las manos en puño. Me levanto de los brazos y lo único que hice fue quejarme y gemir del dolor que me causaba.
-¡Crees que puedes jugar conmigo Amber Sparks! -gritó, y yo solo logré negar con la cabeza. -¡No Sparks, contéstame bien! -dijo e instantáneamente comenzó a sacudirme.
-N-no, no Harry... -hablé, con voz entrecortada. Harry Styles me observaba con rabia en la mirada y luego me soltó haciéndome caer fuertemente al suelo. El castaño comenzó a caminar de un lado a otro por la habitación y yo me dedicaba a tratar de tranquilizar mis sollozos, más me era imposible, en este momento comenzaba a temer y lo peor de todo es que había veces en que yo lograba ser tan idiota qué era capaz de soportar todos y cada unos de sus maltratos y enojos, todo por seguir a su lado. No importaba condenarme a la perdición, no importaba nada, por qué ya estaba intoxicada, por su venenoso y enfermo amor.