Violeta se encontraba sentada en una incómoda silla de plástico frente a la ginecóloga, cuya mirada estaba fija en la pantalla de su ordenador. El tiempo parecía dilatarse interminablemente mientras la doctora tecleaba con rapidez, ajena al nerviosismo de su paciente.
La joven movía inquieta la pierna, jugueteando con sus manos en su regazo mientras esperaba pacientemente.
Finalmente, la ginecóloga levantó la mirada y, con una sonrisa amable, se disculpó por hacerla esperar.
—Lo siento mucho. A veces estos sistemas informáticos tienen vida propia.— dijo con simpatía.
Violeta asintió, intentando aparentar calma aunque su corazón latía con fuerza en su pecho.
—No se preocupe, doctora. Entiendo que tiene usted mucho trabajo.— respondió con un característico acento granadino y voz serena, aunque el temblor apenas perceptible en sus manos delataba su verdadero estado de ánimo.
La ginecóloga asintió y le pidió los datos necesarios para completar el expediente.
—Bien, ahora necesito nombre completo, edad y fecha de nacimiento, por favor.— solicitó mientras sus dedos ágiles danzaban sobre el teclado.
—Violeta Isabel Hódar Feixas, veintidós años, nacida el veintitrés de enero del dos mil uno.— respondió con voz firme, tratando de mantener la compostura.
En ese momento, su teléfono vibró en el bolsillo de su pantalón, lo sacó con cuidado y vio en la pantalla el nombre "Jara" acompañado de un mensaje, "¿Dónde estás???" Un suspiro escapó de sus labios mientras apagaba la pantalla con rapidez, tratando de ocultar su preocupación detrás de una máscara de indiferencia.
La ginecóloga, ajena al intercambio silencioso, continuó con su tarea.
—¿Cuándo fue la última vez que visitaste a un ginecólogo?— preguntó la doctora.
Violeta se sintió incómoda ante la mirada inquisitiva de la mujer.
—Es mi primera vez.— respondió con voz cortada, evitando el contacto visual.
La ginecóloga frunció el ceño ligeramente pero continuó tecleando en su ordenador, aparentemente resignada a seguir adelante. Sin embargo, indagó más.
—¿Y qué te trae por aquí hoy? ¿Alguna molestia en particular?
Violeta resopló, buscando las palabras adecuadas mientras sus manos se retorcían nerviosas en su regazo.
—He notado... unos bultos, pequeños, en mi pecho y en la axila.— admitió con una voz apenas audible, sintiendo el peso de la preocupación creciendo en su pecho.
La expresión de la ginecóloga se volvió seria de inmediato, sus ojos analizando el rostro de Violeta en busca de cualquier indicio de angustia o dolor. Asintió y anotó la información en su ordenador, marcando una pausa significativa en la conversación. En ese momento, el aire en la habitación parecía haberse vuelto más denso para Violeta.
Finalmente, la ginecóloga se levantó del escritorio con gesto serio, indicando a la periodista que se dirigiera hacia la camilla.—Por favor, siéntate aquí.— dijo con voz tranquila pero firme.
Con el corazón latiendo desbocado en su pecho, Violeta obedeció, sentándose en la camilla y enfrentándose a la ginecóloga. La doctora le indicó que se quitara las prendas de la parte superior de su cuerpo, dejando a la joven desnuda de cintura para arriba, vulnerable ante la mirada inquisidora de la doctora.
La mujer, con seriedad, se colocó unos guantes y comenzó a examinar los bultos con cuidado, sus manos hábiles explorando cada centímetro de la piel de Violeta en busca de algo fuera de lo normal.
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𝓒𝓸𝓶𝓮 𝓫𝓪𝓬𝓴 𝓱𝓸𝓶𝓮
RandomEn un mundo donde las sombras danzan en los límites de la existencia y los corazones buscan refugio en la penumbra, dos almas encuentran un destello de luz en la oscuridad que las envuelve. Violeta y Chiara, dos seres marcados por el peso de sus pro...