La creación

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POV: Emily

Llevo toda la noche en el jardín, apoyada sobre el tronco de un gran árbol, leyendo el libro con el que he llegado, buscando desesperadamente alguna pista de como volver a casa, o bueno ¿a mi época? O al menos algo que me diga como he terminado aquí en primer lugar, pero no hay nada.

Me masajeo las sienes leyendo por quinta vez el mismo párrafo sobre cómo los armadillos llegaron al jardín. Cuando me doy cuenta que ellos no resolverán mi problema, suspiro con pesadez y echo mi cabeza hacia atrás, descansando mis plumas sobre el tronco.

—¿Te encuentras bien? —Doy un respingo antes de mirar hacia arriba, efectivamente era Lucifer, recordándome, por si acaso se me había olvidado, que no estoy en mi época.

—S-sí, es qué... no es nada, no te preocupes —Digo cerrando el libro y apoyando mi barbilla sobre mis rodillas, juntando más mis piernas a mi pecho.

—No puedo evitarlo, mi trabajo es divertir a la gente —Me explica.

En ese momento varios patitos aparecen entre la hierba y se acercan al ángel delante de mí. Piando con alegría mientras saltan a su alrededor.

—¿Qué-?

—No lo sé —responde con una sonrisa, agachándose para recoger a la pequeña bandada entre sus brazos—, ¿No son adorables? Los patitos son mis favoritos de toda la creación.

No respondo y solo me quedo mirándole sin entender nada, él no se parece en lo absoluto a lo que me contaron los ancianos del cielo. No puedo creer que este angelito recubierto de patitos desde su sombrero hasta las faldas de su túnica sea el rey del infierno. Bueno, el futuro rey del infierno.

—¿Quieres agarrar uno? Eso siempre me anima —Me dice y antes de que pueda responder pone a uno de los patitos en mis manos que salta y pía contento. No puedo evitar sonreír ante el animalito—. Ahí ¿ves?

—Es adorable —Digo y Lucifer se sienta delante mío con toda la pequeña bandada acurrucándose a su alrededor.

—Disculpa mis modales, no te he preguntado tu nombre.

—¿Yo? ¿M-mi nombre? —¿Debería decírselo? No creo que sea buena idea— Me llamó... Emm...

—¿Em? ¿Te llamas Em?

—S-Sí eso... como sea, respondo a todo —Rió nerviosamente.

—Encantado entonces, Em —Me dedica una dulce sonrisa que me recuerda a la de Charlie—. ¿Eres un serafín verdad? Lo digo por el número de tus alas, no sabía que Sera tenía hermanas —La pregunta me pilla por sorpresa y como no debería responder eso, principalmente porque se supone que Sera no tiene hermanas todavía (y estoy dudando si lo somos ahora mismo) decido esquivar la pregunta.

—No, no lo soy... —Digo y antes de que pueda preguntar decido cambiar el tema—, Lamento lo que le pasó ayer... a tu... ¿cosa?

—No te preocupes —Dice bajando un poco los hombros y fijando su mirada en uno de los patitos que tiene en sus manos—, estoy acostumbrado... Tal vez algún día pueda tener mi propio dragón —Dice y aunque no lo muestra, un aura triste me golpea el pecho haciéndome sentir mal.

Un coro de trompetas suena en ese momento, llamándole la atención y se pone de pie mientras deja con suavidad en el suelo a los pequeños patitos que pían descontentos por ser privados de quién parece ser, su ángel favorito.

—Padre va a crear algo, vamos, tenemos que ir.

—Nunca he visto la creación... —Digo poniéndome de pié yo también, mirando ensimismada dirección a donde han sonado las trompetas.

La caída del diablo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora