HECHICERO

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¿Cuán peligrosa podía llegar a ser la magia en manos equivocadas? Era una pregunta que durante siglos había estado presente sobre aquel reino. Hacía varios siglos que los hechiceros habían sucumbido, no al poder de la magia sino al de la traición de aquellos que decían ser amigos, aliados. Pero siempre había habido una ligera diferencia entre brujos y hechiceros. Los primeros usaban libros y piedras, pedían a la naturaleza y los elementos que les prestasen su esencia para crear magia. En cambio, los segundos controlaban todos los elementos. La propia magia corría por sus venas. Una persona perceptiva podía convertirse en brujo, una pequeña chispa y podía aprender a hacer alguna poción o algún truco de magia. Pero los hechiceros eran un linaje extraño que poco a poco se iba debilitando. Entre todos ellos, los hechiceros Arson eran los más poderosos y antiguos. Pero cayeron ante la traición de los brujos que envidiaban su gran poder. Todos, excepto uno.

Hoseok era apenas un niño cuando vio a su pequeña familia caer. El fuego de alguna manera terminó envolviéndolos a todos mientras los brujos se unían para contener a los hechiceros. Las llamas lo inundaron todo y los soldados del rey aparecieron blandiendo espadas. Atravesaron cuerpos y cortaron cabezas, sin piedad. Sin importar si eran adultos o niños, si eran inocentes o culpables de algo que ni siquiera sabían. Pero los hechiceros eran demasiado poderosos, incontrolables, una amenaza para la corona y su orgullo.

El pequeño recordó cómo su madre le había enseñado a controlar la magia que brotaba de él y a ocultarla. Cuando los gritos de desesperación lo llenaron todo, el pequeño hechicero corrió hasta el bosque con el sonido de los caballos detrás de él. Recordó cómo había observado a su padre controlar todo a su alrededor, su madre podía crear cualquier cosa por pequeña que fuera y el anciano, demasiado viejo para entretenerle siendo un niño, le había advertido del peligro. Ante el miedo, buscó en su mente algo que pudiera ayudarlo y lo sintió. Los árboles parecían hablarle, llamarle. Como si la salvia que corría por el interior de ellos le atrajese. Posó una de sus pequeñas manos y las palabras brotaron de sus labios, no una petición, no una súplica, sino una orden clara dicha en susurros.

El bosque se movió, solo él se percató de aquello. Y lo envolvió, evitando así que nadie jamás supiera dónde había ido el último hechicero Arson que quedó de pie ante la noche llameante.



El sonido del agua fluyendo, el viento ondeando las copas de los árboles, el aroma a lavanda invadiendo aquel lugar y la pequeña casita de madera rodeada por todo aquello. Calma, paz y algo vibrante en el ambiente, magia. En aquel lugar, el caos de la noche en la que la magia empezó a desvanecerse, parecía ser un recuerdo vago que poco a poco se iba desvaneciendo. Como una llama apagándose. Pero en la mente de Hoseok, aquella noche seguía presente como si no hubiesen pasado los años. El bosque que lo protegió ahora era su refugio, su hogar. Uno que nadie conocía, al que nadie podía acceder y eso le proporcionaba al hechicero Arson, tranquilidad y paz. Había pensado en vengarse, lo hubiese hecho. Sabía que tenía el poder suficiente para destruir todo el reino solo con desearlo, pero también desconocía cómo había cambiado el mundo en todos aquellos años. Y, pensándolo fríamente, no merecía la pena ponerse en peligro. Sus padres no volverían a estar con él, su pequeña aldea rebosante de magia había sido reducida a cenizas y nada cambiaría aquello.

Hoseok paseó las yemas de sus dedos por las flores de lavanda, se sentía atraído por ese color, le recordaba a su madre. Él siempre se había parecido más a ella, con su cabello morado y su sonrisa amable, o así fue durante su infancia. Ahora la sonrisa ya no brotaba de sus labios, pero al menos estaba tranquilo. Casi siempre.

Levantó la mirada y su cuerpo se tensó, el viento había cambiado de dirección y eso no sucedía en su hogar. Porque él controlaba todo. Eso solo podía significar que no estaba solo. Lo sintió antes de escuchar su voz, no necesitó darse la vuelta para saber que él estaba ahí en el porche de su casa de madera. Sentado como si el lugar le perteneciese.

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⏰ Última actualización: Feb 17 ⏰

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HECHICERO: El resurgir de la magiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora