Prólogo: El Accidente

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Enero 2023

Alguien me dijo una vez, que las cosas ocurrían por una razón. Eso me dejó bien pensativa, pues me habían pasado tantas cosas en mi vida que me preguntaba porqué razón me habían sucedido. El punto era que después de un tiempo dándole vueltas al asunto, decidí olvidarme por completo de todo ese rollo y centrarme más en el caos de vida que estaba llevando. Todo se había torcido bastante en los últimos meses, esperaba que las cosas hubiesen mejorado después de un tiempo. Pero desgraciadamente, la situación en casa seguía igual de tensa; con mi ex novio... Bueno eso ya era un caso a parte y bastante complicado, pues sus mentiras y sus engaños me habían abierto los ojos. Pude ver la clase de persona que realmente era y lo manipulador y egoísta que resultó ser.
Jamás llegué a imaginar los alcances de ese desgraciado, hasta que intentó ponerme una mano encima. Desde aquel momento, intenté por todos los medios mantenerlo lo más lejos posible de mí.
No quería tener cerca a un monstruo como él, quién ocultaba con su gentileza y amabilidad, su violencia y agresividad.

Sobre la situación en casa... Pues era peor. Mi padre me castigaba con su indiferencia y su frialdad; él ya me había advertido sobre la clase de mostruo con el que me había juntado, y yo no quise creerle en su momento. Estaba completamente cegada y enamorada como para darme cuenta de la realidad que sobre mí se cernía. Me arrepentía demasiado por no haber escuchado a mi padre cuando me advirtió sobre ese narcisista.

-¡Bianca! -Me congelé en el mismo instante en el que escuché esa ronca y familiar voz.

Y de pronto, el miedo me invadió de pies a cabeza. ¿Es que no se cansaba nunca? La realidad me golpeó con fuerza, pues estaba completamente sumida en mis pensamientos. Los fuertes golpes en la puerta, me aterraban lo suficiente como para que mi cuerpo no respondiera ante la situación en la que me encontraba. Y encima estaba sola en casa.
Sentía que en cualquier momento podría derribar la puerta y entrar.

-¡Maldita sea Bianca! ¡Abre la puta puerta o te juro por Dios que la tiro abajo! -Sabía que esa amenaza era muy cierta.

Lentamente me acerqué a la puerta, y con manos temblorosas agarré el pomo. No sabía exactamente qué demonios estaba pensando, cuando lo giré y pausadamente abrí la única barrera que me separaba de aquel monstruo. En cuestión de minutos su feroz mirada se encontró con la mía, temerosa y aterrada por lo que ese miserable pudiera hacerme. Se quedó ahí mirándome fijamente y sin decir absolutamente nada, como si las palabras no le saliesen.
Por un momento llegué a pensar que quizás solo venía a hablar, hasta que de un empujón me tiró al suelo y entró por la puerta cerrándola de un portazo tras de sí. Me arrastré por el suelo, en un ávido intento de alejarme de él. Pero fue inútil, sus manos agarraron con fuerza mis tobillos impidiéndo así que me moviera. Intenté con todas mis fuerzas zafarme de ese fuerte agarre, pero no lo logré, me sentí indefensa y completamente vulnerable.

-Te dije que no podías dejarme y luego irte de rositas- su cercanía me repugnaba, sentir su aliento tan cerca de mi cara era repulsivo y asqueroso.

-No eres mi dueño, ni tampoco tienes ningún derecho a irrumpir así en mi casa. -Dije, tratando que no se notase el temblor y el nerviosismo en mi voz. -No quiero estar contigo ¿Cómo te lo hago entender? Déjame en paz de una maldita vez. No te quiero en mi vida, quiero que desaparezcas.

Esas palabras no parecieron gustarle, pues en seguida noté su mano en mi cuello, apretando con fuerza. Notaba como el aire comenzaba a faltarme y en un intento desesperado por escapar, le di un buen rodillazo en la entrepierna. Un gemido de dolor salió de su boca, y me liberó de ese feroz agarre.
Eso me dio tiempo a escapar de allí, corrí hacia la puerta y la abrí logrando así huir. Salí del edificio, y me encontré con las calles de Gran Vía llenas, pero eso no me detuvo. Seguí corriendo desesperada porque no me atrapase de nuevo.
Iba tan inmersa en mi huida, que cuando quise darme cuenta estaba tirada en el asfalto con un intenso dolor por todo el cuerpo. No podía moverme, estaba completamente paralizada.

-¡Que alguien llame a emergencias por Dios! -gritó una mujer con desesperación.

No fui consciente de todo el revuelo que se había ocasionado en un momento. Todo Gran Vía estaba completamente revuelto, pude alcanzar a ver a toda la gente aglomerada a mi alrededor, observándome. Y entre la multitud, lo vi. Completamente inmóvil, viendo el escenario tan trágico. No tardé mucho en desvanecerme y perderme en la oscuridad.

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⏰ Última actualización: Oct 20 ⏰

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