Pequeña fierecilla de piel canela y ojos avellanas. De convicciones firmes como su mirada que en un segundo se vuelve y te roba toda su atención a la par que intimidan porque estas a merced de ella y su deseo de ser dueña de tu aliento y suspiros. Mientras que invitación a ser el causante de encender el fuego en su piel con cada cuidadoso e intenso toque de manos, dedos y labios hacen que arda como un incendio en la llanura en pleno verano, desde la punta de sus pies hasta el cuello la sangre lleva la felicidad en forma de cosquillas. Haciendo a un lado la sequia por una lluvia de emociones donde la dama y la fiera en un unico y maravilloso ser, estaban en un mismo sitio cabalgando y a veces cabalgada a esa deliciosa criatura.
Carlos Nieves
24/01/2024