Desperté por el sonido estruendoso de la alarma. Segundo día de instituto, pensé y suspiré pesadamente mientras me desperezaba a mi ritmo en la cama. Debería ser ilegal despertarse a las 6:30 de la mañana todos los días.
Terminé de levantarme y bajé a la cocina, puse la cafetera y cogí dos magdalenas del bol. Desayuné en el salón bajo un silencio abismal, por suerte ya se habían ido todos. No me malinterpretéis, amo a mi familia aunque tengamos demasiados roces, sobre todo con mi hermana, pero prefiero la soledad.
Estaba ya llegando al instituto cuando veo a Ruslana de lejos en la puerta esperando junto a Martin. Él es un gran apoyo para nosotras. Le conocí en mis primeros días en este instituto, al, igual que a Ruslana, y enseguida nos hicimos inseparables los tres, literalmente somos como hermanos. Es un chico bastante atractivo, con su pelo algo rebelde y su característico bigote, además de tener una mirada muy tierna.
- ¡Girl!- gritó Ruslana en cuanto me vio acercarme, haciendo que Martin se girase también hacia mi dirección.
- Hey chicos- sonreí y abracé a ambos. Sin duda esto es lo mejor de venir a esta cárcel llamada instituto.
Íbamos los tres camino a clase mientras hablábamos de cosas banales y sobre como sobreviviríamos un año más de clases.
- Oye a todo esto- dije mientras reía por nuestras ocurrencias- ¿Qué clase toca ahora?
-Mmm- pronunció Martin pensativo- si no me equivoco, economía, lunes y martes nos toca esa a primera hora. ¿Trajísteis el libro?- Le miré con los ojos abiertos como platos mientras ambos notaban como palidecía. Fuck, el puto libro.
- Kiki, no fastidies ¿Se te ha olvidado?- dijo Ruslana mientras me miraba divertida y Martin comenzaba a reír.
- Fuck, fuck, fuck, es que como se la ocurre hacernos traer el libro el segundo día de clase ¡El segundo día! De toda la vida la primera semana no se hace nada, solo orientarnos y enseñarnos las normas. Aunque por lo visto las normas se las debe aprender ella.- dije algo alterada y asustada ya que la primera impresión con ella ayer fue bastante tensa y tenía pinta de ser una hija de puta con todas las letras. Mientras seguía delirando y maldiciendo vi las caras de pánico de Martin y Ruslana. Me giré lentamente y palidecí enseguida en cuanto la vi ahí de pie detrás de mí con los brazos cruzados y una ceja levantada.
- Señorita Oliver, ya dije ayer que si no le agradaba mi clase podría marcharse cuando quisiera. Si tanto odias mi manera de llevar la clase sabes donde está la puerta, ahora, no me hago responsable de su resultado en la asignatura.- dijo duramente y entró en clase con esa aura de sensualidad que tanto la caracteriza. Lo único que pude hacer es quedarme mirándola sin pronunciar palabra alguna.
-Cariño mío, la baba- dijo Ruslana mientras simulaba limpiarme la baba con la mano.
-¿Pero quién coño se cree que es?- dije frunciendo el ceño y apretando el puño.
-¿Tu profesora tal vez?- dijo Martin y suspiré con rabia.
-Solo hazla caso y no te reveles fierecilla, tal vez y os llevéis bien.-dijo Ruslana abrazándome por los hombros mientras entrábamos en clase.
La hora transcurrió tranquila, al parecer a todos les quedó claro de que la profesora Hódar no aguantaría ni la más mínima tontería. Yo solo podía mirarla, ahora me que me fijaba, era preciosa, tenía un rostro que parecía esculpido por los mismísimos dioses y un cuerpo de infarto, desprendía una especie de magnetismo al cual cada minuto que pasaba me estaba volviendo más adicta. Pero qué mierda estoy pensando, ella es odiosa y prepotente. Suspiré y me dispuse a recoger mis cosas para salir junto a mis amigos para encaminarnos a la siguiente clase cuando oí su voz.
- Señorita Oliver ¿Podría hablar con usted un momento?- dijo sin despegar la mirada de su carpeta mientras revisaba unos papeles. Rus y Martin me miraron haciéndome entender que me esperarían fuera y salieron por la puerta. Yo me acerqué a ella algo temblorosa, pero sin mostrar debilidad, no permitiría darle el gusto.
- He visto que no ha traído el libro ¿Ha tenido algún problema para comprarlo o tuvo algún percance?- dijo mirándome con esos ojos color chocolate intensos
- No...bueno, yo, se me olvidó- mierda Chiara, no te pongas nerviosa.
- Tal vez si en clase te dedicaras a prestar atención a lo que explico en vez de repasarme con la mirada, tal vez y solo tal vez te enterarías de algo.- me quedé muda.
- ¿Te crees que no me doy cuenta? No eres la primera que lo hace. Al fin y al cabo sois solos críos hormonales.- dice mirándome de arriba a abajo. Ja, ahora quién repasaba a quién.- En conclusión, espero que traiga el libro y las tareas que mandé para mañana.- dice levantándose, echandome una última mirada y yéndose. Joder...¿Ha mandado tarea?
El día pasó para mí desgracia demasiado lento. Cuando salimos para regresar a casa la vi hablando con nuestro profesor de educación física. Para tener 35 años es un señor que se conserva bastante bien. Estaban hablando de algún tema que al parecer era divertido ya que la vi soltar una carcajada. Me quedé boquiabierta, riendo es aún más guapa, y dios, ese hoyuelo. Parecía un ángel y no esa versión hija de puta que mostraba en clase.
Una vez en casa escribí a Rus para preguntarle por los deberes de economía, después de varias burlas y risas por su parte, me los mandó y pude empezar a hacerlos. Pero de mi cabeza no salía ella. Solo es mi profesora, ni si quiera me gustan tan mayores. ¿Por qué estaba pensando así? ¿Por qué la imagen de su sonrisa y su hoyuelo se reproducía sin parar en mi mente? Suspiré y negué con la cabeza. Solo está buena, eso es todo, es una simple atracción y ya está. Decidí que lo mejor era dejar de pensar en ella, así que me puse a ver la tele. Definitivamente esto tiene que parar.
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Señorita Hódar
RomanceChiara, tras mudarse a Barcelona por motivos del trabajo de sus padres, entrará en una nueva institución, donde en el segundo año conocerá a Violeta Hódar, su nueva profesora, siendo de primeras fría y con un carácter fuerte. ¿Qué pasará entre ella...