Capítulo 7

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Al estar frente a la puerta del salón, ambos no evitaron soltar algunas lágrimas pensando en cómo iban a decirles a los demás que Roier fue atacado por un zombi. Si ya les dolía el hecho de haber presenciado su "muerte", era mucho más doloroso tener que explicarlo y recordar cada momento en cómo pasó.

Mariana abrió la puerta lentamente, notando como todos voltearon a verlos a él y a Aldo con caras de preocupación, ya que habían demorado mucho más de lo que estaba planeado.

La primera en acercarse fue Rivers, escaneándolos a los dos con la mirada, luego los empujó abriendo paso y vio hacia los pasillos... buscando al que faltaba.

―Osvaldo... ―volteó a ver al mencionado mientras temblaba. ―¿Dónde está Roier? ―preguntó balbuceando.

Mariana no pudo guardar más sus lágrimas y las dejó caer, sin contestar la pregunta de Rivers.

―Lo mordieron... no pudimos ayudarlo. ―contestó Aldo con los ojos llorosos.

Rivers comenzó a temblar, de sus ojos salían algunas lágrimas que bajaban por sus mejillas lentamente, sintió sus piernas débiles, entonces entró al salón caminando despacio para después caer sobre sus rodillas y cabizbaja.

Ari se acercó a ella, se sentó con las piernas cruzadas y la abrazó, también con los ojos llorosos. Rivers estaba destrozada, no paraba de sentir una culpa inmensa. Pensaba que tal vez si no hubiera mandado a Roier a esa misión nada de esto hubiera pasado.

Los demás también estaban tristes, mas no lloraban, a excepción de Quackity. Él quería mucho a Roier, era como un hermano para él, era uno de los mejores amigos que pudo tener. Ahora imaginar que él ya no estaba entre ellos, era un golpe demasiado fuerte y que no superaría en mucho tiempo.

Todos estaban en un silencio, donde solo se escuchaban los sollozos de Rivers y Quackity por la noticia. Era difícil de creerlo, las ganas de querer ir a buscarlo y encontrarlo en perfectas condiciones eran demasiadas. Era horrible sentir culpa, era horrible no haberse despedido antes de que le pasara eso.

Quackity se levantó de su sitio, logrando la mirada de todos hacia él. Alzó la cabeza, haciéndose notar sus ojos rojos y llorosos, se acercó a la puerta del salón, quedándose de pie delante de Mariana, el cual estaba en la puerta.

—Quítate. —murmuró Quackity mirando a Mariana a los ojos.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó Mariana confundido por la actitud de Quackity.

—¡Dije que te quites! —lo empujó hacia un lado. —¡Dime dónde dejaron a Roier! —gritó Quackity con la mano en la cerradura de la puerta.

Rivers se levantó enojada, se acercó a Quackity y le dio un leve golpe en el hombro.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué hiciste eso? —la volteó a ver con molestia.

—¿Quieres morir? —levantó la mirada. —¿Acaso no ves lo que ha pasado? Ya estoy sufriendo por la —se detuvo. -por lo que ha pasado con Roier para que tú quieras salir a buscarlo. Me sentiré mucho más culpable si sales y ya no vuelves, Alex. Por favor, no quiero que alguien más se vaya. Por favor. —se quebró, otra vez las lágrimas bajaban por su mejillas.

Bajó la cabeza y comenzó a sollozar de nuevo. Era tan doloroso tener que aceptar que alguien que querías mucho se haya ido por un error tuyo, o por lo menos eso pensaba ella.

El labio inferior de Quackity temblaba por intentar guardar sus sollozos, pero los dejó salir al ver a Rivers destrozada. Se acercó a ella y la abrazó, volviendo a soltar lágrimas.

¡!

Spreen, Carre, Aldo y Juan estaban ordenando las mesas y sillas para ponerlas en la puerta como protección, o en algún lado que no incomode el centro del salón, ya que dormirían en el suelo.

Rivers aún no podía aceptar todo lo que pasó, estaba sentada recostándose en una pared mientras fumaba de su vape, viendo como el sol bajaba muy lentamente, haciéndose notar un hermoso atardecer. Pero aún así la culpa la carcomía por dentro, sus memorias con Roier comenzaban a aparecer en su cabeza. Recordaba como Roier y ella salían a comprar, también la vez que Mariana, Roier y ella salieron a un parque de diversiones por su cumpleaños, ese fue un día de pura risa para los dos chicos, ya que los tres se habían subido a una montaña rusa y Rivers no paraba de gritar como loca y los otros dos la veían riéndose de ella.

Hablando de cumpleaños, se acercaba el de ella, y la pasaría de la peor manera al no tener a su amigo ahí fastidiándola o hacer bromas que le hacía reír hasta que le duele el estómago.

Y sin darse cuenta, algunas lágrimas bajaban por sus mejillas nuevamente, volviendo a temblar y sentirse completamente destrozada.

En eso, Quackity se sentó a su lado, quitándole el vape que traía en la mano para ponerlo a un lado.

—Lo siento. —dijo el de gorro sin más.

—¿Por qué me pides disculpas? —preguntó viendo a la nada.

—Por actuar sin pensar. —sollozó. Ganándose la mirada de Rivers. —Pero solo quería creer que era mentira y que estaba escondido en otro lado, deseaba que no fuera cierto... —bajó la cabeza, volviendo a sollozar. Rivers se acercó más a él, abrazándolo mientras acariciaba su cabeza. Entendía su dolor, entendía como se sentía, y era por eso que no puedo enojarse con él. Porque ambos compartían el mismo dolor de perder a alguien que era importante en tu vida.

—No te preocupes, no tienes por qué disculparte. Sé lo que sientes, yo tampoco puedo creer que él ya no esté con nosotros. —dejó de abrazarlo para verlo a los ojos. —Pero debemos ser fuertes, ya no podemos dejar que la tristeza nos consuma, ambos viviremos por él, te lo prometo. —finalizó para darle otro abrazo.

Al caer la noche, todos se echaron en el suelo, usando mochilas como almohadas para sentirse un poco más cómodos. Hacía frío, un frío horrible, pero no tenían nada para abrigarse así que solo les quedaba abrazarse a sí mismos para poder dormir.

Rivers no podía dormir, y no era por el frío, era porque no podía dejar de pensar en él, en su amigo que ahora ya no esta con ella. Se sentía horrible y el pensamiento de que fue su culpa todo lo que pasó, nadie se lo iba a quitar tan fácilmente.

Y ahí venía de nuevo, las lágrimas de dolor y enojo, estaba enojada con ella misma. Tanto que se golpeó la cabeza reiteradas veces mientras susurraba: "Soy una estúpida. "

Estuvo una hora sobrepensando, golpeándose a sí misma, enojada y aún destrozada. En todo eso, dejó escapar un sollozo, y al notar esto, se limpió las lágrimas con la manga de su sudadera y se hizo la dormida. Aunque después de un rato, si se quedó dormida de verdad.

Pero bueno, al final nunca sabremos si Roier subrevivió a la mordida o no... ¿verdad?

No mires atrás | StreamersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora