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Si nunca has llegado al punto de querer vomitar cuando lloras, entonces no me hables de tristeza.
Si nunca has tenido ganas de llorar enfrente de un grupo de personas sin entender el porque, no me hables de tristeza.
Si no puedes evitar llorar a cualquier hora del día, no me hables de tristeza.
Si toda tu familia no está asustada por tu salud, no me hables de tristeza.
Si sientes hambre, no me hables de tristeza.
No vengas a decirme a mi, que soy experta, lo que es estar triste.
Yo sé que no debería de dejarme aplastar, pero ya llegue a un punto en el que no lo controlo, no es opcional, mi cuerpo reacciona por sí solo, ya se acostumbró.
Y lo peor es que ya no me importa ocultarlo, me importa poco si descubren que estoy triste, me importa poco si me ven llorando.
Estoy cansada, me agoto de estar así, pero aún no puedo con esto, no he terminado, no sé cómo hacerlo, y daría lo que fuera para que esto llegara a su fin, porque lo único que si se, es que esto es una tormenta interminable.

Corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora