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Mí respiración agitada, mi último latido... ¡Y oh! Aquí vamos.
Bueno, tal vez, mañana sería al primer concierto que iría de mi banda favorita. La banda alemana, Tokio Hotel. También sería la premiere, la firma de discos. Estaba tan jodidamente emocionada, que ya estaba arreglando todo para mañana. ¿Yo era esa seguidora obsesiva? Pues sí, y mí único amor, Bill.
Quién ahora estaba demasiado cambiado, se había hecho las rastas, lo cual le quedaba de maravilla.

Mí cuarto estaba lleno de posters de los muchachos, quizás porque era fan de ellos hace muchísimos años. Me han fascinado con su música, siempre prestándole atención, aunque no supieran de mí existencia. Bueno, que va, mañana me verían, sería un gran avance.

Mis nervios se estaban acumulando en mi sistema, lo cual a cada rato me dejaba en un proceso horrible en mi mente. Mañana sería viernes, faltaría a la escuela, y tenía mucha tarea por hacer. Me dió por igual, sí repetía, me daba igual. Si me regañaban, me daba igual.

— ¡Judith! A comer. — Gritó mi madre.

— ¡Ahora voy! — Respondí en un grito fuerte. Mientras dejaba la foto de Bill sobre la mesa. Sonreí mientras acomodaba mi bandana sobre el cabello, el cual era algo idéntico al de Tom.

Bajé rápidamente las escaleras mientras apretaba mis labios, y caminaba hacía la cocina. Miré a mi madre quién estaba sirviendo la comida.

— ¡Oh, madre! Estoy tan, pero tan feliz... — Murmuré mientras me sentaba para la cena. Sonreí e cantada mientras apoyaba mí mentón sobre la palma de mi mano, elevando mí cabeza un poco hacía arriba.

— Otra vez tú, y esa banda diabólica. — Respondió irónica. Yo volteé los ojos, mientras suspiraba.

— ¿Diabólica? Eso no es cierto...
— Dije riendo. —, Quién te haya dicho eso, fue totalmente un engañó.

— Engaño ni que engaño, hija...
— Respondió mientras fruncía sus cejas, extendió el plato con comida hacia mi dirección.
—, El niñito Bill está demasiado loco...

— ¡Ush! ¿Desde cuando está loco, mamá? — Dije molesta. Se llevaba por las típicas viejas mayores quién criticaban la música de ahora. No saben.

— El grito que da en esa canción... No lo sé, está de...
— Silbó mientras apuntaba su dedo índice en la cabeza. Voltee los ojos de vuelta, mientras agarraba el cubierto con molestia.

El recorrido de la cena fue silenciosa, sólo se escuchaban los cubiertos chocar contra el resbaloso plato. Yo solté un suspiro bajo, mientras dejaba el cubierto a un lado.

— ¿Sabés? Pienso que Bill pueda ser el amor de mi vida.
— Dije rompiendo el incómodo silencio. Mi madre empezó a reírse, mientras yo levantaba una ceja.

— ¿El amor de tú vida? Sigue con tus ilusiones, hija... — Respondió en seco. —, Él debe estar interesado en otras mujeres, debe ya tener una vida por delante.

— Se supone que debes apoyarme... — Dije mientras sonreía, haciendo cara de dolor.
—, Yo sería su mujer.

— ¡Déjate de bobadas! — Rió.
—, Quizás nunca, lo siento, hija.

— ¡Juicio entonces! — Dije mientras acomodaba mi cabello rubio. -, Vamos a ver quién tiene la razón al final, madre.

Sonreí mientras ahora agarraba otra vez el cubierto, y metía un trozo de carné sabrosa en mi boca. Lami mis labios, mientras pensaba en todo esto. ¿Será mi razón? ¿Qué pasará mañana?

(...)

Salí de la ducha, mientras me dirigía hacía mís cajones para quitar algún tipo de accesorio para mañana. Debería de estar bonita, quisiera sorprender a esos hombres hermosos quiénes en menos de veinte horas estaría frente de ellos. Me senté sobre la cama, mientras peinaba mi cabello, y buscaba algún tinte no permanente pará colocarme en alguna mecha.

𝐆𝐄𝐍𝐈𝐄 𝐈𝐍 𝐀 𝐁𝐎𝐓𝐓𝐋𝐄 ✓ Bill Kaulitz. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora