[¡Hola, compañeros! ¡Llego el soberano de Erald! ¡Un gusto conocerlos!]
Vistiendo de forma elegante y llevando encima una corona y una capa color roja que le quedaba grande, un niño de unos 11 años de cabellos rubios y ojos celestes, entró al Gran Salón y saludó a todos sus compatriotas.
[... ... ...]
Al ver cómo el silencio llenaba la sala, el niño que se autoproclamaba Erald no pudo evitar sentir cierta presión en el pecho.
Tch. Malditos ancianos. —pensó molesto mientras en el exterior, su rostro seguía sonriendo. —¿Por qué me ven de esa forma? Ahora solo falta que digan alguna tontería por no tomarme en serio.
[[[[¿Y TU QUIEN ERES?]]]] —exclamaron los cuatro líderes al verlo.
¿Ven? Ya lo sabía. Aunque supongo que su confusión es algo comprensible. Bueno... como sea. Terminemos esto de una vez.
El niño autoproclamado Erald, levantó su brazo derecho y dando un chasquido, varios de los caballeros de armadura negra que lo acompañaban, se acomodaron de tal forma, que formaron una especie de trono, el cual él uso para sentarse.
[Para resumir. Mi padre falleció. Mi nombre es Maximiliano Erald. Y soy el hijo del Erald anterior.]
[[[¿SU HIJO?]]] —gritaron Irgald, Mukila y Harasa al mismo tiempo.
[Erald... está...está... No... puede... ser...]
Por otro lado, Demsper no podía creer lo que escuchaba y mientras más observaba a aquel niño, su mente empezaba a nublarse. Los recuerdos la atormentaron y luego de unos segundos, cayó desmayada sobre su silla.
[¡Madre!] —gritó en pánico, su único sirviente y fue corriendo a socorrerla.
Los tres líderes restantes estaban igual de sorprendidos. No entendían lo que estaba sucediendo y se negaban a aceptar aquella realidad.
[¡Déjate de tonterías, mocoso!] —expresó Harasa golpeando la mesa. —[¡No puedes ser el hijo de Erald! ¡Él apenas interactuaba con las mujeres!]
[Aunque no suelo estar de acuerdo con Harasa.] —expresó Mukila. —[Tiene razón, lo que dices es una tontería, niño. Erald ya no estaba en edad para tener hijos. Era el mayor de todos, después de todo.]
[¡Sí! ¡Eso, eso!] —agregó Harasa. —[¡Incluso yo ya soy incapaz de dejar descendencia! ¡Y eso que solía encantarme c-¡!]
[No es necesario tantos detalles, Harasa.]
Mukila detuvo las palabras que Harasa estaba a punto de decir mientras que el niño no hacía más que girar la cabeza a un costado, tratando de entender a que se refería.
[De todas maneras...] —habló el niño. —[Soy su hijo y lo deben aceptar ¿bien? Ahora ¿Me podrían decir para que me llamaron exactamente? No se preocupen, lo apoyaré.]
Mukila y Harasa no podían creer tal atrevimiento. ¿Realmente pretendía que olvidaran el tema así de rápido? ¿Se estaba burlando de ellos? Si era así. Era la primera vez que veían a un niño tan descarado. Y como sus mayores, era su deber corregirlo.
[Escúchame bien, mocoso. Se acabaron los juegos ¿bien? Dime quién eres exactamente-]
Harasa se levantó de su asiento molesto y se dirigió hacia el niño para llamarle la atención, pero justo cuando estaba por llegar hasta él, uno de los caballeros de armadura negra que lo acompañaban, lo tomó del brazo.
[Pero ¡¿qué?! ¡Suéltame! ¡Insolente!]
Empezó a jalar con todas sus fuerzas, pero el caballero no lo soltaba ni se movía ningún centímetro. Estaba tan inmóvil que casi parecía una estatua.
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Soy el más fuerte... ¿verdad?
Fantasy"Si eres el más fuerte entonces... ¿Cómo logré quitarte todo?" Kino Mato solía ser un estudiante normal, hasta que repentinamente fue transportado hacia Grigaria, un mundo de fantasía dividido en 8 Países que se encontraban en aparente paz. Sin emba...