CAPITULO 19.

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El corazón de Soo Bin latía a gran velocidad. Intentaba volver a comunicarse con Yeon Jun, mientras aguardaba sentado en el porche de su casa a que sucediera algo, sin embargo, nada pasaba y el alfa no contestaba.

Todavía seguía sin comprender qué era lo que había ocurrido o cómo era que habían llegado a esa situación. Todo era tan confuso.

Y los nervios le carcomían por dentro al pensar en que Yeon Jun llegaría en cualquier momento creyendo que, quizás, el corría peligro. Cuando, en realidad, el único tipo de peligro que corría era el de atraparse una gripe por estar afuera de su casa en pleno invierno, esperándolo. O al menos, eso aseguraba Soo Bin.

El omega no tenía ni la menor idea de las razones de Yeon Jun.

De pronto, el silencio sepulcral del desastroso barrio se vio afectado por el sonido de un par de motores rugiendo. Soo Bin se paralizó, y en cuestión de segundos el rastro de neumáticos quedó grabado en el asfalto por las bruscas maniobras de aquellos vehículos al frenar.

Soo Bin quiso reírse, porque habían armado semejante escena totalmente en vano, mas no lo hizo. No ansiaba que los tipos pensaran que había sido una broma de él y que lo acabaran fusilando por querer hacerse el chistoso.

Así que se mantuvo serio, y sólo se puso de pie cuando diviso a Yeon Jun bajarse de uno de los autos. Llevaba puesto uno de sus típicos trajes, los cuales anunciaban con gracia a que clase social pertenecía. El alfa comenzó a acercarse a él al tiempo que observaba con precisión a su alrededor, tal vez buscando la pieza que faltaba para entender el por qué Soo Bin estaba suelto allí, en vez de estar maniatado y amordazado en contra de su voluntad.

—No hacía falta todo esto, Yeon Jun. No es lo que, por alguna razón, creíste —le aclaró Soo Bin desde las escaleras de su porche.

El alfa lo escuchó, pero no pareció del todo convencido, pues continuó indagando con la mirada el sitio, e hizo una señal con una de sus manos para que sus hombres bajaran de los vehículos.

—¿Hay alguien adentro? —preguntó.

—Mi mamá. Pero escúchame, no hay nadie que me quiera hacer daño, ni nada por el estilo. No sé por que has armado todo esto —comunicó nervioso mientras observaba a los matones de Yeon Jun acercarse.

—¿Por qué habrías llamado entonces? —cuestionó el alfa, parándose frente a él, mirándolo con especial atención. Le tomó las muñecas despacio para examinarlas, advirtiendo que no había rastros de magulladuras en ellas.

Soo Bin se quedó sin aliento cuando Yeon Jun se aproximo aún más hacia a él, olfateándolo. Su pulso volvió a descontrolarse, y sin poder evitarlo aspiró profundo, absorbiendo el encantador aroma del alfa por instinto. Él sabía que Yeon Jun tan sólo lo había olisqueado para detectar el olor de algún otro alfa impregnado en su piel, y por primera vez en su vida Soo Bin agradecía no haberse acercado a ningún otro en tanto tiempo.

—Porque lo que te he dicho es verdad —reveló, aprovechando la cercanía para observar más en detalle su rostro.

Se sorprendió al percibir lo demacrado que se veía. Su piel lucia más pálida, los huesos de sus pómulos se remarcaban mucho más, sus ojeras violáceas resaltaban de un modo nada atractivo y la vida que creyó haber encontrado dentro de sus oceánicos ojos pareció haberse extinguido. Ya no era un azul vibrante, era un azul apagado, gastado, marchito. Ese no era el Yeon Jun que él había conocido.

—No tiene sentido —repuso el aludido frunciendo el ceño—. No... no entiendo.

—Si me dejaras explicarte... Yo tampoco entiendo esto, ¿por que creíste que alguien me había obligado?

SUBLIME DOMINACIÓN ~ YEONBINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora