Poison Apple

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No tuvo el tiempo suficiente para cambiarse de vestimenta o quitarse el maquillaje dorado de los ojos.

Levantó la mirada y sus labios fueron atrapados por los del demonio elegante de cabellos rojizos y rebeldes. Estrujaron sus ropas con fuerza, Alastor le rodeó las caderas con las manos y Lucifer se encargó de introducir sus dedos por debajo del grueso atuendo que traía puesto su acompañante esa tarde para deleitar su tacto. Sus manos viajaron hacia la amplia espalda de Alastor y, sin pensarlo dos veces, rasguñó su piel hacia abajo, provocando que varios gruñidos salieran en medio del beso que se encargaban de profundizar.

Se separaron por breves segundos para tomar aliento, agitados por lo apresurado de la situación . Lucifer dio un paso hacia atrás y chocó sin intención contra la amplia mesada de madera de la sala principal. Las decoraciones costosas creadas por un infinito tipo de minerales rodeaba cada rincón de su palacio.

Permaneció quieto y peinó sus cabellos dorados en un gesto apresurado y nervioso. Intentó acomodarlos hacia atrás, pero Alastor atrapó sus manos y las bajó, se agachó un poco a la altura de Lucifer y lo miró con esa eterna sonrisa llena de confianza.

—Te ves muy bien así, rey.

El rey del infierno torció una especie de sonrisa felina al escucharlo. El punto de encuentro con Alastor era su oscura y grandiosa mansión. Podrían cometer el pecado allí, sin que el resto del mundo pudiera molestarlos.

Lucifer se había encontrado con su amante. Ambos sabían bien lo que querían en ese momento, sería la maldita cúspide del placer si aprovechaban el tiempo de la manera correcta.

El rey sujetó a Alastor desde el cuello de su abrigo y lo atrajo hacia su boca para volver a unir sus labios. Profundizaron el apasionado beso, sus bocas se devoraron la una con las otra. Todo comenzó a ir a un ritmo demasiado pasional y descontrolado, como si ninguno de los dos pudiera mantener las ataduras de sus actos y se dejaran llevar más, convirtiendo ese odio que se tenían en lujuria. Se deseaban tanto, existía tanto sexo en el ambiente cuando ambos comenzaban a besarse.

Alastor le arrancó el traje a Lucifer con el filo de sus uñas. Comenzó a arañar su espalda blanquecina, a estrujar esa piel contra su cuerpo y a hacerlo estremecer. El rubio se separó del beso, jadeando afectado, y se encargó de quitarle el abrigo al contrario lo más rápido posible. El demonio de la radio lo sujetó por las caderas, sin querer esperar ni un segundo más, y lo levantó para colocarlo arriba de la mesa que se ubicaba detrás del rey.

El rubio enredó la cintura de Alastor con sus piernas, sujetó su rostro y lo besó de una forma caliente y desesperada porque estaba deseando ser tomado por el hombre que lo estaba aprisionando. Entrelazaron sus lenguas, mordieron sus labios y continuaron en un ritmo tan rápido que perdieron el aliento a los pocos segundos de haber comenzado a besarse.

Alastor bajó al cuello del rubio y atacó sus clavículas con mordidas fuertes y bruscas, haciendo que por fin empezara a gemir por la increíble sensación de ser tratado de una forma tan ruda y dominante. Dejó caer su cabeza hacia atrás mientras su cuerpo temblaba ante las sensaciones que los labios y los colmillos de Alastor lo hacían sentir. La temperatura de la sangre en sus cuerpos se elevaba, el ritmo era tan veloz y brusco, como si hubieran soñado con ese momento desde hacía mucho tiempo. Una fantasía que parecía ser imposible.

Succionó, lamió y besó la piel sensible y tersa del rey, quien gimió más fuerte y se abrazó al cuerpo del ciervo para sostenerse y no perder fuerzas. Alastor se separó y recostó a Lucifer sobre la mesada, quien de inmediato separó sus piernas de la cintura del mayor.

Le quitó los pantalones, arrancó y destrozó su ropa, preso de la desesperación y el deseo que lo sucumbía cuando sus fantasias más oscuras lo dominaban. Y observó a Lucifer solo por un instante, relamiéndose los labios. Los ojos del rey se abrieron impresionados, tembló por la adrenalina y por ese placer que le consumía el alma impregnada en pecado.

The original Sin | AppleRadio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora