CAPÍTULO UNO: "LA MALDITA HARLEY".

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"It turned into something bigger, somewhere in the haze got a sense I've been betrayed." — The Great War, Taylor Swift.

Isis Kline.

Jason Coldwell. El chico más conocido en la universidad por su atractivo y porque se sabía que no salía con nadie de la facultad, o al menos hasta que hubo una excepción.

Prometedor jugador de fútbol americano y futuro dueño de Coldwell's Company. No voy a negar que físicamente era bastante atractivo y las palabras no parecían darle justicia.

Medía alrededor de un metro con ochenta y nueve centímetros, le gustaba trabajar su cuerpo por lo que lo podías ver en el gimnasio más conocido de la ciudad de cuatro a cinco de la tarde.

Brazos y pecho tatuados, cabello negro alborotado y algo ondulado, ojos brillantes del color de la miel y su piel era tan pálida que con cualquier impacto puede quedar enrojecida.

Y es mi maldito ex.

Ocho meses de relación se fueron a la basura en el momento en que decidió meterse con Lavender Hall, la cual no dejaba de tratar de hacerme la vida imposible y humillarme cada que podía.

Aunque Lavender parecía odiarme sin razón aparente, de alguna manera siempre quiso lucir como yo. Aunque ella tenía el cabello naturalmente café, decidió teñírselo de negro como yo, sólo que el mío si era natural, además de que hubo un tiempo en que el que usó lentes de contacto azules porque sus ojos eran grises.

Y siempre había estado obsesionada con Jason.

Aunque ella no contaba con que él solo me veía a mi. O eso creía, hasta que pasó lo sucedido en alguna fiesta a la que habíamos sido invitados.

─¿Qué mierda? ─exclamó Leah, mi mejor amiga, en cuanto abrió la puerta del baño de la casa donde se estaba llevando a cabo la fiesta esa noche.

Yo estaba recargada en la pared pero cuando la escuché no pude evitar sentir curiosidad y fui junto a ella.

Gran error.

De pronto todo el alcohol en mi sistema parecía haberse evaporado y recuperé la consciencia en cuanto vi a Jason, y no estaba solo, además que se estaba abrochando el cinturón a toda velocidad.

—Hija de perra. —Leah volvió a hablar, tomando del cabello a Lavender para sacarla del baño, ella solo chilló, tratando de zafarse del agarre de mi amiga.

Y entonces solo quedamos él y yo, y todas las personas que habían empezado a fisgonear cuando escucharon el alboroto.

Su cara era normalmente pálida, pero esa noche su rostro perdió cualquier rastro de color.

—Isis...

Fue cuando entonces reaccioné. Solté una risa pero no había nada de diversión en ella.

Me lo habían advertido y jamás lo creí. Me sentía tan estúpida.

Caminé hacia las escaleras para irme de ahí pero su mano en mi antebrazo me lo impidió.

—Suéltame.

—No, nunca, por favor, déjame explicarte. —miré sus ojos y podía ver la desesperación genuina en ellos.

—No quiero que me expliques nada, lo vi todo. Suéltame.

—Que la sueltes idiota. —otra vez Leah al rescate.

Entonces cuando él se distrajo para mirarla, pude quitar su agarre de mi y bajé las escaleras.

—Vámonos. —pedí y la pelirroja asintió, mirando con odio a Jason.

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