La conocí tocando el piano, su postura era recta, casi perfecta que parecía maniquí, con la mirada en un punto fijo, menos en las teclas, lo único que en su cuerpo se movía era los hombros por su respiración y los dedos, sus dedos delgados con una perfecta manicura natural, sus labios estaban sellados sin ningún tipo de mueca, su rostro era la evidencia de que la nota se la sabía a la perfección, no pude distinguir el color de sus ojos, pero su cabello era rojo, como el atardecer de un verano, lo tenía recogido en un moño bajo y ningun fleco salía de su cabeza, su vestido era negro, de manga larga que parecía de los años veinte, ni un gramo de piel se le notaba, además de su cuello delgado.
Su madre o abuela, la observaba disfrutando de la pieza, una mujer vieja que parecía la Dama negra. Con el mismo peinado solo que su color era gris opaco, el mismo vestido pasado de moda y a su lado un bastón antigüo.
Ella cerraba los ojos de vez en cuando, con una sonrisa satisfactoria en los labios.
Mientras tanto la peliroja seguía con su tortura, estaba claro que solo lo hacía por complacerla.
__¿Que pasa no has dado la señal?__ me retumbó el oído con el audífono tras la pregunta, al parecer igual que a la dama negra, me había idiotizado la nota que la peliroja tocaba.
__ No será necesario usar armas, confirmo que las damas viven solas y están solas __ confesé bajo.
Ellos comenzaron a reír para después comentar.
__¿Damas?__ se burlaron.
__ Dejen de reírse como hienas, se escuchan tan estúpidos, comienzen a entrar __ ordene.
Ambos llegaron a mi lado con sus pasamontañas puestos.
__ Vamos por ellas __ dijo uno de los gemelos.
Y antes de que pasará por mi lado lo detuve con una mano.
__ No sera necesario asustarlas mucho, recuerden solo robamos, no somos asesinos ni mucho menos violadores __ lo mire a los ojos con advertencia.
__ Tranquilo, este golpe ha sido idea tuya, aremos lo que tú digas __ asintió.
Respire con profundidad y bajamos las escaleras que daban al primer piso como si no nos hubiéramos colado por la ventana y haciendo el ruido suficiente para que la pelirroja dejara de tocar y la dama negra se asustara al instante poniéndose frente a ella usando el bastón como escudo.
__¡Fuera de mi casa ladrones!__ gritó hacia nosotros __ Tranquila princesa, no pasará nada no te asustes controla esos latidos __ le hablo con la poca tranquilidad que pudo acumular.
__ Está claro señora que no nos iremos, nos llame como nos llame __ hablo un gemelo.
__ Así que comience a decirnos dónde está la caja fuerte y las joyas __ dijo el otro.
__ Si vienen a llevarse todo al menos trabajen para encontrarlo holgazanes __ respondió con tranquilidad.
Aunque, estaba claro que era fingida, por su respiración acelerada, yo no había dicho ninguna palabra, no tenía porqué hablar, pero la peliroja, me imaginé que moriría de miedo y gritaría como loca, pero en cambio estaba tranquila, su respiración era normal, con los brazos cruzados y la mirada perdida ahora sí en las teclas, sin decir ninguna palabra.
__ Mire señora, no suelo ser tan gentil con los clientes a quien robamos, o abre esa linda boquita o me verá en la necesidad de abrirla de un golpe __ lo detuve cuando intento acercarse a la dama negra.
Lo mire a los ojos y negué con advertencia.
El retrocedió un paso, mire a la vieja y saqué el arma que tenía entre mis pantalones, no hice ningún movimiento brusco, solo la tome con ambas manos y la puse frente a mi.
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Pickpocket
Teen FictionQuiero que cumplas mis deseos. Eso es absurdo soy un criminal no niñero. Cómo tú quieras. Procedí a darle mi número. Llámame de la cárcel.