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Sonrió enviando tres mensajes seguidos antes de escuchar un fuerte grito.
— ¡Kunikuzushi!
Dejó de mirar su celular para mirar a sus mejores amigos con una sonrisa, absolutamente todos estaban justo en la entrada de la universidad e interrumpían el paso de los estudiantes que querían ir hacia sus clases, porque eran seis personas en el medio haciendo absolutamente nada.
Se acercó a ellos casi corriendo.
— ¿Qué sucede, chicos? — preguntó abrigándose mejor cuando una fuerte brisa se sintió.
— ¿Vas con nosotros a la pista de hielo? — preguntó Xingchiu siendo abrazado por Chongyun.
Hizo una mueca metiendo sus manos en los bolsillos de su abrigo.
— Pues...
— Kunikuzushi no irá porque debe ir a ver a su chico malo del sur. — se burló Kaveh colocándose a su lado.
El mayor rodó los ojos levantando una de sus cejas pero no dijo nada. Layla rió abrazándolo con fuerza mientras lo movía de un lado a otro.
— Vete antes de que se haga tarde y tu madre se dé cuenta que no saliste con nosotros. — soltó la de cabellos rosados aún abrazándolo.
— ¿En serio? — preguntó Xiao frunciendo el ceño. — ¿Tu novio aún no conoce a tus madres?
— Estamos trabajando en eso.— dijo a la defensiva apoyando todo su peso en una de sus piernas.
— ¿Seguro? Tienen más de un año saliendo.
— ¡Xiao, déjalo en paz! — gritó Ganyu tomando a Layla de los hombros para separarla de Kunikuzushi. — Lo hará cuando crea que sea indicado.
— Yo sé cuando es indicado — soltó Kaveh de brazos cruzados antes de soltar una risa. — Nunca.
— Cierto, tus mamás te van a matar si saben qué sales con un chico como él, un chico que vive en el sur. — soltó Chongyun sin siquiera mirarlo, muy ocupado en acariciar el cabello de Xingchiu.
Layla negó rodando los ojos.
— No les hagas caso, su historia de amor es muy bonita y cliché, sigan así.
Kunikuzushi imitó a la menor rodando los ojos nuevamente antes de acomodar su mochila en su hombro.
— Como sea, me voy.
— ¡No hagas cosas indebidas o tus mamis se darán cuenta! — gritó Kaveh señalándolo.
— ¡Cuídate!
— ¡Me llamas cuando llegues a casa!
Rió haciéndole señas para que se callaran y cuando llegó a su auto solo se giró asintiéndoles, sabía que no pararían hasta que no los mirara.