LUCIO FERNÁNDEZ es uno de los tres nuevos participantes que entraran en la casa más famosa del país.
Extrañando a su familia y a su play, Lucio tratara de llegar a la final y ganándose el cariño de todo el publico argentino por su personalidad y sus...
( ALERT:Mención de drogas, amenazas suicidas, maltrato físico y psicológico, Mommy Issues. )
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LOS CONGELADOS HABÍAN COMENZADO HACE unos días, llenando de emoción a todos los participantes de la casa. Y durante dos días fueron entraron muchos familiares y parejas, menos los de Lucio. Él se preguntaba con ansías cuando llegaría su turno y rezaba con todo su ser que entrará su padre, lo extrañaba tanto que a veces dudaba en abandonar el juego con tal de verlo.
Eduardo Fernández, el papá del streamer, siempre fue un hombre trabajador proveniente de una familia con escasos recursos, teniendo que salir a laburar desde muy chico para poder tener un plato de comida en la cena y tuvo que convivir en un barrio problemático.
Lucio aún se acordaba de la única vez que su padre le habló sobre su relación con Soledad, su madre. Tenía dieciséis años cuando le preguntó intrigado por la mujer que tanto daño les había causado en un pasado, ya que estaba en la etapa de búsqueda personal y debía sanar aquella herida antigua.
Con un tono melancólico, Eduardo le relató que se enamoró de Soledad Herrera a la edad de dieciocho años y que solo necesito una noche para caer rendido ante los pies de su madre. Dos años después de una hermosa relación, ella quedó embarazada de su primer y único hijo, Lució Raúl Fernández.
En un principio, ambos adultos estaban completamente emocionados por poder agrandar la familia y con la idea de criar a su hijo juntos. Pero no todo era color de rosa, y cuando menos se lo esperaron, sus vidas cambiaron completamente. Soledad había caído nuevamente en las drogas luego de semanas de crianza a su bebé recién nacido. Ella no quería seguir en el departamento lleno de llantos y pañales brutalmente manchados. Extrañaba tanto su vida anterior, llena de descontrol y sin preocupaciones de por medio. Después de todo, una parte de ella seguía siendo aquella joven alocada y llena de vicios que había tratado de dejar atrás por amor a Eduardo.
Fue la Cocaina la que se llevó a la mujer que había enamorado a su padre mediante bailes raros en el medio de la pista del boliche y su risa tan contagiosa que lo hacía tocar las nubes. Ella se convirtió en su peor persona, no era capaz de cuidar a su hijo de meses culpa de lo drogada que permanecía todo el tiempo y su cuerpo era consumido poco a poco, dejándola irreconocible.
Las discusiones en la familia Fernández se volvían cada vez más cotidianas y un niño Lucio se pasaba la mayor parte del tiempo en lo de sus abuelos paternos o en las calles del barrio. Las pocas veces que se quedaba junto a su progenitora, era maltratado mediante insultos, coacción y golpes detrás de las orejas, echándole la culpa de su propio estado. Pero las cosas lamentablemente fueron escalando, y desde la primaria se le notificaban repetidos moretones en todo el pequeño cuerpo del santafesino.
Eduardo ya no sabía qué hacer, soñaba con la idea de que su amada volviera y esa mínima esperanza lo hacía seguir amarrado en aquella relación. Como también las múltiples amenazas suicidas que a Soledad le ponía cuando el tema de la separación era tocado. Mientras pasaba la mayor parte de su día en un trabajo mediocre que solo le alcanzaba para subsistir. Y en sus tiempos libres solo se dedicaba a estar con Lucio, salían a la plaza cercana a jugar al fútbol o lo ayudaba en todas sus tareas, aunque no supiera ni cómo sumar correctamente.
