Prólogo

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Narra Hestia:

Para los seres humanos quizás el vivir la eternidad sea una bendición, pues a menudo puedo verlos con la desesperación de querer alargar sus vidas incluso si tendrían que sacrificar a otros. Sin embargo, nosotros las deidades vivimos tanto, que poco a poco perdimos nuestras emociones.

Pero dentro de todos nosotros hubo un Dios que era la excepción. Ese Dios siempre se la pasaba sonriendo y traía historias al mundo celestial, las historias variaban de como los humanos era una raza entre graciosa e irritante. Esta deidad al tener un alto rango se dio el lujo de bajar varias veces al terreno mortal, disfrutando de muchas experiencias nuevas, ese fue el Dios Zeus.

A raíz de esto nosotros las deidades decidimos por mayoría de votos bajar al plano terrenal, para convivir con los humanos y razas que creamos, la única restricción que se impuso fue no usar nuestro poder celestial llamada "Arcano", pero este poder se activaría al sufrir un daño mortal y nos regresaría al cielo una vez más sin opción de volver a descender.

La llegada de los Dioses trajo la era de los aventureros, a quienes les fue otorgado nuestra bendición para aventurarse al calabozo.

Narra Freya:

Mi nacimiento no lo recuerdo, desde que tengo conciencia todos a mí alrededor siempre me han tenido en un pedestal, cuando deseaba algo muchos otros de las deidades se apresuraban a dármelo, quizás por esta razón desperté la envidia y temor del Dios más poderoso de Asgard. quien por temor a mi aspecto y habilidad me confino a un lugar que fue custodiada por alguien del mismo sexo que yo, quienes podrían "resistir" mi habilidad.

Confinada a un espacio limitado y junto a mi vida ilimitada decidí empezar a explorar que podía hacer en este espacio, y fue debido a esto que descubrí el placer. Cuando descubrí esa sensación me perdí en ella, quizás en busca de llenar este sentimiento de soledad que se había formado por las décadas de confinamiento, arrastre a los que me cuidaban y muchos se sumaron a las grandes fiestas que se organizaban en base al placer. Quizás por que no representaba ningún peligro Odín no me prestó atención.

Sin embargo, un día el placer que sentí alguna vez se fue apagando, y cuando mire a mi alrededor aquel vacío en mi corazón se intensifico, al ver aquel mar de personas perdidas en el placer se convirtió sin saber en algo que me empezó a dar asco, en un intento de escapar de esa sensación cambie mi apariencia y salí de aquel lugar y mientras sostenía un pedazo de tela que cubría mi ropa pude ver que algunas de las diosas me miraban, sabía que era imposible que me reconocieran, pero aun así sentía como si ellos me miraban con asco.

Mientras caminaba sin un rumbo escuchaba a aquellas diosas y dioses criticarme de un ser pecaminosos y abominable, más la frase "nunca la veas a los ojos o te convertirá en esclavo y te hará tan abominable como ella" ocasiono que mi mente divagará recordando que había usado mi habilidad para convertir a los más cercanos a mí en aquel mar de personas hundidas en el placer. Entonces me di cuenta...

No lo pude soportar, nadie nunca me llevo la contraria, los pocos que me hablaban evitaban mis ojos, empecé a desesperarme... me di cuenta que, a pesar de estar siempre con Dioses y seres en el cielo hundida en el placer, nunca nadie estuvo realmente a mi lado.

Mi desesperación fue tan grande que solo deseaba morir, de que me valía esta existencia si solo sería un objeto que todos adoraban... mientras más avanzaba en mi recorrido pude ver a parejas del cielo, sin embargo, su felicidad creaba más dolor en mi ser, lagrimas salían al verlos como parecían ser felices... yo quería eso... que alguien me mire a los ojos sin miedo de mí, en mi forma verdadera...

No podía evitar recordar a todos los que me complacían emitir brillo morado en sus ojos mientras que imágenes de algunos seres llorando venían a mi mente que debido al placer no lo notaba en su momento, pero esos seres al verme nuevamente borraban esas lágrimas y se entregaban a mí con una sonrisa.

Mi amado Vanadis OdrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora