Capítulo 1

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Están vivos. 

En la mente de Toge, ése es el mejor resultado que cualquier hechicero puede esperar, pero Yuuta no ha dejado de temblar desde que salieron del hospital abandonado lleno de maldiciones de nivel medio. Lo disimula pasándose una mano por el pelo oscuro -ocultando sus dedos temblorosos- o el nervioso rebote de una rodilla como si necesitara desplazarse en el trayecto de vuelta a casa. Toge le observa y suelta un resoplido silencioso.

Luego se recuerda a sí mismo que Yuuta no creció en este mundo y se sobrepone a su frustración. Objetivamente, Yuuta se está adaptando bien para el tiempo que ha tenido para acostumbrarse a lo que hacen. 

"Atún", dice, tocando el hombro de Yuuta después de otro rebote de rodilla que va y viene.

Yuuta se vuelve hacia él con la misma mirada aturdida que lleva desde que Toge habló por primera vez en voz alta delante de él. Su comunicación está mejorando, pero sigue siendo un trabajo en progreso. La mitad del tiempo, Yuuta adivina lo que quiere decir, pero está bien. Lo único que Toge busca ahora es distraerle.

"Um... oh, ¿cómo estoy?"

Toge asiente. Suficientemente cerca.

"¡Bien! Estoy bien. Sólo pienso en lo que podría haber hecho mejor", responde Yuuta, con los signos reveladores de una inminente divagación a la vista. Sus dedos repiquetean inquietos contra su muslo. "Eres muy rápido, Inumaki-kun. Es como si supieras adónde correr incluso antes de que la maldición te golpee".

"Caviar." Toge se encoge de hombros. Esquivar los ataques no es una habilidad especial; son sólo instintos perfeccionados a lo largo de años de experiencia. 

"¡No, lo eres!" replica Yuuta apasionadamente, como si percibiera la humildad de la respuesta y se sintiera ofendido por ella. Toge arquea una ceja. "Quizá estés acostumbrado a lidiar con maldiciones, pero corres rápido. Y también eres listo; casi nunca te lesionas".

Suelta un bufido silencioso y se da un golpecito en el espacio que cubre su cuello con el cuello de la camisa. ¿Nunca te lesionas?

"Vale, está bien, pero no me refería a eso".

Toge sonríe ante el mohín que se forma en la cara de Yuuta. Es una gran mejora al temblor, y la forma en que Yuuta parece desesperado por hacerle un cumplido es lindo. Toge sabe que no es un intento de adularlo, porque lo único que Yuuta consigue es mantenerse a flote en las misiones. Olvídate de intentar salir adelante; él intenta sobrevivir. Cada vez que trabajan juntos, él rinde un poco mejor.

Si pudiera, Toge se lo diría. Lo que le falta a Yuuta es confianza; por eso sus pies se mueven despacio y recibe más golpes de los que debería. 

Si creyera en sí mismo, estarían en igualdad de condiciones. Eso es lo impresionante. En el espacio de unos pocos meses, el potencial de Yuuta se ha disparado por encima de gente como él, que lleva cultivando su talento toda la vida. 

"Me refiero a cuando la maldición golpeó el suelo en vez de a nosotros..."

Inclinando su peso hacia atrás en el asiento, Toge escucha, con los ojos fijos en el horizonte más allá del parabrisas del coche. Observa cómo el cemento se levanta ante ellos, menos abarrotado que en calles anteriores. La carretera se oscurece a medida que el coche se desliza fuera de la densa ciudad con sus muchas luces y hacia las colinas. Ya casi están en casa. Se pregunta si Yuuta piensa ya en la escuela como en su casa. 

Probablemente no.

El tiempo se aleja como el lento goteo de un grifo que gotea, y tras una eternidad de Yuuta analizando en círculos, el subdirector los deja a las puertas. Los dos transmiten su gratitud con educadas reverencias y, una vez a solas, hombro con hombro, aflora la verdad tras toda la ansiedad contenida.

Chico Inestable - Inuokko Donde viven las historias. Descúbrelo ahora