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Andaba despacio. En silencio. Miró a su alrededor: unos 20 jóvenes vestidos como él caminaban y se comportaban igual que él. Nadie sabía cómo controlar la situación.

Tragó saliva. Después de llegar al final de aquel largo y lúgubre pasillo que se encontraba al entrar en la abandonada estancia, los chicos que iban primeros en el grupo se detuvieron ante una gran entrada en arco. Detrás de tanta oscuridad se escuchaban voces susurrantes desesperadas. Todo parecía indicar que debían adentrarse en aquella dirección.

Sujetó con fuerza su espada. Aunque estuviera en la última fila, se sentía como el que tenía que dar el primer paso para que el grupo le siguiera.

Uno de los jóvenes que estaba en primera fila, aquel que por su vestimenta parecía el capitán del grupo, dio el primer paso. Nada más pisar el suelo, una enorme cantidad de espíritus salieron de la oscuridad acompañados de gritos agudos e irritables que podían volver al más cuerdo un loco. A diferencia de los demas jóvenes y apesar de encontrarse más lejos, él se llevó las manos a la cabeza desesperado, se agachó llorando y comenzó a chillar. Y mientras chillaba y lloraba por su vida con los ojos cerrados, todo se volvió blanco. Ya nada. No había nada.

...

El despertador sonó muy cerca de su oreja. Aún en trance, soltó su mano con fuerza contra el despertador y lo tiró de la mesita de noche. De esa forma, el despertador cesó el ruido tan horroroso.

Salió de las sábanas y se puso en pie. Aún con los ojos entrecerrados y gracias a los primeros rayos de sol que entraban por la ventana pudo ver la otra cama que se encontraba perfectamente hecha en el otro lado de su habitación. Momentos después, cuando su vista ya estaba acostumbrada a la claridad matutina comenzaron a aparecer escasas lágrimas en sus ojos. Sin embargo, se pasó el brazo secándolos.

Fue al baño. En encontrarse a sí mismo delante del espejo decidió empezar a peinarse. Estaba a punto de terminar de hacerse un moño mal hecho cuando de repente unos puños insistentes tocaron a la puerta.

-¡Greenway! ¿Me oyes? -se escuchaba a un hombre gritar desde el otro lado- ¡Abre! Vamos, ¡Abre ya, joder!

El joven abrió con desgana. Al otro lado de la puerta se encontraba un hombre de unos cincuenta años, alto y vestido de negro. Se le veía enfadado.

- Jordan Greenway, como único alumno que queda deberías bajar a recepción ya. ¡Venga! Baja ya la maleta que nos vamos. ¡Rápido!

- No quiero irme -contestó Jordan de forma seca.

- No me vaciles niñato.

Ante la amenazante expresión del hombre mayor, Jordan se acobardó un poco y comenzó a obedecerle.

- Por favor, déjeme despedirme antes de-

-No -el hombre mayor parecía muy enfadado.

-Por fa-

-¡Te he dicho que no! -Jordan fue interrumpido por un grito del hombre- Sabes perfectamente que no se encuentra aquí, estas actuando de forma patética. ¡Trae la maldita maleta ya o habrán consecuencias!

Jordan se asustó aún más que antes al ver al señor formando un puño con su mano y fue a por la maleta. Se la dio desconfiado.

-Buen chico... -le dedicó una sonrisa que hizo que Jordan desconfiara aún más- Ahora vamos al coche.

...

Un Jordan cabizbajo se encontraba mirando por la ventana. Se encontraba triste. Aquella semana había sido lo peor y aún seguía traumado por ello.

-Ya hemos llegado, sal del coche.

Jordan levantó la vista y se dio cuenta de que el coche se había detenido ya. Estaba tan perdido en sus pensamientos que no se había dado cuenta.

Schiller & Co.Where stories live. Discover now