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Aquella mañana de lunes en la estación era una muy ajetreada: gente corría de arriba a abajo esperando llegar a tiempo a sus respectivos andenes, otros simplemente se encontraban desayunando en los bancos de la estación mientras esperaban a su tren, algunos otros se encontrban adormilados en los bancos... Aún así, todos tenían en común que se encontraban ahí para dirigirse a la gran ciudad para trabajar. Un días más. Por otro lado, Jordan no se sentía como uno de ellos. Cierto era que él también se encontraba esperando a un tren que le lleve a la gran ciudad por temas de trabajo, pero a diferencia de los demás Jordan aún no tenía uno. Esto hizo que suspirará fuerte. "Menudo rollo" pensó para sus adentros.

Caminó hasta el andén del cual salía su supuesto tren. Al llegar decidió esperar de pie apoyado a una de las columnas de la estación. Todos los bancos, incluso el suelo, estaban llenos de gente.

Mientras esperaba en esa columna comenzó a adentrarse en sus pensamientos. El hecho de que se encontrase en una situación bastante traumatizante para cualquier persona, pero se lo tomase mejor de lo que pensaba le impresionaba mucho. "Será que estoy madurando al fín o que sinceramente ya me da todo igual" concluyó bastante cansado.

El sonido del tren llegando al andén interrumpió a su mente. Observó como una vez detenido el tren la gente iba bajando. No le sorpendió mucho el hecho de que solo cuatro gatos bajaban del tren. 

Esperó a que bajasen todas las personas, al igual que los demás que estaban en su misma posición, y subió al tren. Se dio prisa debido a que no quería quedarse sin sitio.

...

Después de un largo trayecto, su tren llegó al andén de la estación central de la gran ciudad. Nada más bajarse de su vagón, comenzó a hacer estiramientos. Estar sentado le había cansado y necesitaba moverse. Además, nadie le esperaba, así que no se preocupó por el hecho de que ya casi se había quedado solo en el andén.

Llegó a la salida de la estación. Bien, ahora solo tenía que patearse toda la ciudad de arriba abajo en busca de lugares en los que le permitan trabajar, lo cual no iba a ser muy fácil. Tampoco sabía por dónde empezar, nunca había hecho algo así. 

Y de esta forma, Jordan pasó muchas horas del día intentando encontrar un lugar perfecto para empezar a trabajar, pero no lo hubo o, más bien, no lo querían. Así que, bastante harto, llegó la hora de la cena y decidió comprarse algo bastante barato que le quitara el hambre sin más.

Entró en un supermercado 24 horas abierto. Por la hora que era le extrañó mucho no encontrarse con nadie ahí dentro. Sonaba la habital música que se pondría en un supermercado, pero no había nadie. Ni un cajero. 

Jordan se adentró en los pasillos del supermercado buscando algo que pudiar saciar su hambre, pues le rugían mucho las tripas. Estaba apunto de girar por la esquina de los estantes que se encontraban enmedio de dos pasillos para entrar al siguiente pasillo, cuando de repente un puño veloz se chocó con su cara.

-¡Ay, joder! -Jordan cerró los ojos y se llevó una mano a la cara.

- Madre mía, madre mía... Perdóname perdóname -la voz de un chico joven apareció entre el silencio- Ay ay, si es que después de esto Xavier me va a matar...

A Jordan le pudo más la curiosidad que el puñetazo que se había llevado de gratis y abrió con dificultad sus ojos para poder ponerle cara a la voz de la persona que le había agredido, al parecer "sin querer".

-¿Estás bien? Por favor dime que estás bien.

El chico que tenía delante era un chico joven, parecía de su edad. Su cabello era de un tono blanco grisáceo y sus ojos de un tono similar. Su expresión era preocupada, pero Jordan pudo adivinar que no estaba preocupado solo por lo que acababa de pasar, sinó porque normalmente esa era su expresión facial. Lo que más le llamó la atención fue la bufanda blanca que llevaba, pues tampoco hacía tanto frío para llevarla.

Schiller & Co.Where stories live. Discover now