Prólogo

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Ella vivía en Chernobyl, dando vueltas; paseando por ahí

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Ella vivía en Chernobyl, dando vueltas; paseando por ahí. Era tóxico, pero se negaba a dejarlo ir.

Parecía gustarle el veneno; disfrutaba de la corrosión y cómo dañaba todo de sí.

Ella quería cambiarlo; evadía la verdad y se ahoga en sus mentiras. Pero él nunca fue su principe azul y solo le hizo daño una y otra vez.

Nunca quise entrometerme, solo deseaba hacerle saber que... el diablo no negocia y solo le rompería el corazón otra vez.

No importa cuánto argumenté; cuántas veces le advertí, ella todavía se aferró a la ilusión que no se atrevía a dejar ir. No valía la pena, pero ella se convenció de que sí, creyó ilusoriamente que en algún momento iba a cambiar; sin embargo, solo le rompió el corazón una y otra vez.

Se decepcionó, pero aún así se aferró, porque creyó y creyó; ella mantuvo la esperanza entre los pedazos de su corazón. Recogió cada trozo y los unió por sí misma cada vez. Ella realmente pensó que había encontrado el principe azul que le daría el final feliz de su cuento, pero él nunca lo fue.

El diablo no negocia, nunca lo hizo y nunca lo hará, ella lo sabía, pero prefirió ignorar la verdad. Ella continuó diciéndose que él iba a cambiar.

Finalmente, encontró su final y como innumerables veces le advertí, no fue uno feliz.

Ella siempre vivió en Chernobyl, dando vueltas; paseando por ahí. Nunca le importó que fuera tóxico, siempre disfrutó de la corrosión e ignoró cómo dañaba todo de sí.

Leah Losada detuvo su escritura cuando un par de gotas mojaron la hoja en que escribía. Levantando la cabeza, miró el cielo despejado, pero no tardó en darse cuenta que el agua no venía de las nubes y, en cambio, eran las lágrimas que en algún momento habían comenzado a correr por su rostro.

Una sonrisa sin gracia partió sus labios y parpadeó un par de veces para alejar las lágrimas; levantó la mano y se secó las mejillas, esnifando cuando su nariz se agrió.

—Si solo me hubieras escuchado una vez —murmuró al viento, entonces bajó la mirada y sus ojos se posaron en la lápida frente a ella—. Sofía, nos rompiste a las dos y me entregaste una carga cada vez más difícil de soportar.

Por supuesto, no hubo respuesta, pero el nombre de Sofía González plasmado en la lápida, pareció volverse aún más nítido ante sus ojos.

—Hice tanto como pude y aún así no puedo evitar pensar que en realidad no hice suficiente —agregó, sus ojos leyendo una y otra vez el nombre de quién fue su mejor amiga—. Te dije que te iba a romper. La gente como él no cambia, no importa cuánto lo intentes.

Sus ojos cayeron nuevamente sobre su libreta, las dos gotas habían comenzado a cercarse en la hoja. Leyendo lo que escribió, de hecho, no le gustó, pero fue justo así como se sintió.

—Esta fue exactamente tu trágica historia de amor —aseveró, acariciando con los dedos los bordes de las hojas en la libreta—. ¿Sabes qué es lo gracioso?, que a pesar de haberlo vivido junto a ti, de todas formas terminé así.

Una suave brisa movió la copa de los árboles a lo lejos y refrescó su cuerpo.

—Al parecer, realmente nos gusta vivir en Chernobyl, ¿eh?, y pensar que una vez hice casi de todo para sacarte de ahí.

Cómo ya les mencioné, esta historia tratará las relaciones tóxicas; sin embargo, no serán de ninguna forma romantizadas

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Cómo ya les mencioné, esta historia tratará las relaciones tóxicas; sin embargo, no serán de ninguna forma romantizadas.

Espero les guste. Muchísimas gracias por leer.

Nairo_C.

Devil doesn't bargain Donde viven las historias. Descúbrelo ahora