*Justificar la causa*

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Serpenteando entre infinidad de cabezas, Makoto corrió a todo pulmón; no por alguna competencia sino por una cuestión de emergencia.
Al pisar la plataforma de la estación de Hachioji, cayó en cuenta de la multitud agolpada entre murmuraciones; así como del tren de la tarde que se había detenido abruptamente. El estruendoso zumbido de las alarmas era abrumadora.

Ya se imaginaba algo; la incógnita lo tenía atado con un nudo, y cuando sus ojos vieron lo siguiente saltó sobre las traviesas. Fue a trompicones hasta ella; o mejor dicho de lo que quedaba de Chihiro.

El mutilado cuerpo de ella fue regado por el tren a las vías, junto a su sangre salpicada como pintura. Makoto rompió en llanto. Los trabajadores de la estación, con evidente impaciencia en sus cansinos rostros; lo sacaron de inmediato.

>>Este era el mensaje perdido que había recibido en su móvil:

[<<¡Gracias por todo...!>> <3 Chihiro: enviado a las 15:34] El GPS ubicaba la señal proveniente de la estación de Hachioji.<<

La depresión lo comenzó a asechar como un fantasma a partir de entonces, y se volvió en su inseparable compañera, si bien ni la escogió.
Por más que las semanas transcurrieron, no lo dejaba ni siquiera a la hora de ir a dormir. Él se cansó de semejante acoso. Quería romper ese vejatorio lazo y anhelaba estar con Chihiro.
Tantas veces la soñaba; a veces peleando durante la cena, otras, compartiendo momentos inolvidables en el karaoke. Pese a todo; ya con el estigma a ras del suelo, tomó la fría decisión.

Una tarde se marchó de la ciudad en su Toyota Corolla, dirigiéndose hacia el monte Takao, a las afueras de Tokyo, donde los tupidos bosques. Era el lugar favorito de Chihiro y allí la conoció en una excursión.

Llegado al lugar, aparcó muy alejado de todo; encendió un cigarrillo mientras se perdía en la melancólica melodía de -Merry Christmas, Mr. Lawrence- de Ryūichi Sakamoto. Los tristes estribillos soltaron lágrimas de sus ojos, y dio un hondo suspiro entre la humareda, tratando de ahogar sus nervios a flor de piel.
Trabó el seguro y selló las aberturas de su vehículo con cinta adhesiva. Después dio contacto al motor.
***
Makoto abrió los ojos cuando el sol ya no daba señales de vida, al igual que su automóvil, que desapareció como por arte de magia.

El bosque se veía tétrico entre las espesas negruras, y los árboles daban la sensación que lo observaban de forma siniestra. Se preguntaba si aquello no era una pesadilla; en consonancia la sangre se le heló y sintió pavor al enterarse de cuan solo se hallaba en un lugar completamente desconocido.

La luna era oro con resplandores rojizos, de la cual un pequeño punto negro era notorio. Oyó alaridos y lamentos esporádicos. Su corazón se encogió y no sabía para dónde ir. Cuanto más caminaba más se extraviaba en los engrosados árboles de los alrededores; entre los cuales algo indescriptible pasó furtivo frente a sus ojos; después se ocultó detrás de un inmenso árbol que parecía acariciar a los cielos.

Aunque el pánico lo embargaba; se encorajó y hasta allá le condujeron pesadamente sus pies.

Le llamó la atención como la luz de la luna se bifurcaba con extrañeza entre las hojas y ramas hasta caer apenas en el suelo. En ese instante se oyó el cielo tronar al igual que tambores de guerra. La piel se le erizó y no permaneció estático.

Prosiguió su marcha para desvelar aquello que lo mantenía absorto. La luna había aumentado de tamaño, al menos lo aparentaba y en su seno el punto negro iba creciendo como un embrión; a Makoto se le hizo difícil entender lo que sucedía. Su frente comenzó a sudar sobre sus ojos y se los talló. En un parpadeo divisó brillos entre los arbustos. Dos puntos vidriosos dirigidos hacia él. Eran ojos inexpresivos al asecho.

Permaneció inmóvil un buen rato, con las pulsaciones en crescendo. La turbación agitaba con embravecidas olas su espíritu, aunque el terror lo mantenía clavado al pedregoso suelo bajo sus pies.
...
Dio un paso hacia atrás y aquello que lo observaba dejó de ocultarse. Caminaba muy pausada, lenta, con una calma inquebrantable e impasible.
Muy pronto la palidez de aquella piel resaltó, y sus largos pelos brillaron como hebras de cristal bajo la luna.
Para esas alturas, Makoto se encontraba perplejo, nunca en su vida sintió tanto miedo y la hora de la verdad llegó; la reconoció por su rasgada vestimenta, la que Chihiro llevaba puesta aquel trágico día en la estación.

La dulce mirada que le caracterizaba, se había transformado en un horripilante e irreconocible rostro carente de emoción y la oreja izquierda estaba arrancada junto a ambos brazos; tal como una muñeca desechada en el olvido.
Ella movía con esfuerzo sus partidos labios, hasta que dijo:
"¿Qué haces aquí, porqué me has seguido hasta la muerte cuando buscaba librarme de ti?"
"¡Tú, tú no eres Chihiro...ella nunca diría semejante cosa!"

"¡Entonces no me conocías lo suficiente, jamás te detuviste a hacerlo!"
"¿A qué te refieres con eso?"
"¡Vivías solo para ti, sin importarte una pizca sobre mi ni lo que sentía; tu ego te enceguecía y creías que lo demás no importaba!"
"To...todo lo que he hecho fue por nuestro amor"
"¡Ja,ja,ja...¿a eso llamas amor?" —los ojos de Chihiro dejaron caer lágrimas.
"¿Sabes que no te entiendo?"
"¡Ahí está el problema, nunca me conociste lo suficiente, pero yo sí a ti y te aborrecí!" —ella dio un paso al frente y Makoto retrocedió asustado. Chihiro continuó hablando: "solo te interesaba todo lo relacionado a tu entorno personal, nada más...ésta era la única manera de librarme de ti...te odié...¡eres tan egoísta y cínico!"
***
La luna se ennegreció; al mismo tiempo el suelo se estremeció y Makoto cayó al suelo. Chihiro levantó la voz:
"¡Por lo menos tuve un motivo para morir, en cambio tú no; lo hiciste porque tenías miedo a la soledad, nada más!"

La tierra se partió y devoró a Makoto, cuyos alaridos iban acompañados de una caída a lo oscuro. Allá iban a parar los condenados. En cambio desde los cielos, es decir, de la luna; llegó una gran nube entre truenos; trayendo a un gigante de cuerpo verduzco y semidesnudo; cubierto por un taparrabos de piel de tigre. De su cabeza brotaban dos cuernos afilados, y sus ojos eran tan aterradores y brillantes. Era un Ōni, un demonio.
Chihiro se estremeció al verlo y éste la agarró con violencia de la cintura —ella gritó —luego se elevaron rápidamente hacia los cielos.

*Fin...*

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⏰ Última actualización: Feb 25 ⏰

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