Única parte

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—Sergio, aguarda.

Pérez no anhelaba mirarle. Sabiendo que cedería ante aquellos zafiros profundos y tristes.

—Es suficiente Max. Deja de perseguirme —Espetó molesto y sin dejar de andar en dirección de la puerta de la oficina.

No debí aceptar venir, en primer lugar. Pensó el mexicano apesadumbrado.

Sergio estiró su mano en dirección del picaporte de una de las oficinas de la sede de RBR, sintiéndose fugazmente aliviado de acercarse cada vez más a su escapatoria, rogando alcanzarla.

—¡Espera! —Max casi vociferó en un tono herido. Abalanzándose y empujando la puerta con su mano y cerrándola abruptamente.

Sergio se tensó, pero nunca regresó su mirada al más joven.

—Max, apártate. Estoy siendo muy condescendiente contigo ahora mismo —Aseveró en un tono severo y autoritario.

Pero la realidad era brutalmente opuesta a lo que ahora representaba Sergio superficialmente, estaba bastante herido por culpa de su coequipero. Pérez sabía que no era completamente la culpa de Verstappen, el rubio jamás le mandó a sentirse atraído hacia él... más de lo único responsable de lo que sí era, es en su trato.

—La prensa manipuló mis palabras —Soltó rápidamente. Agitado.

Sergio se aferró al picaporte.

—No quiero escucharte.

Sergio, por favor.

—¡No Max! —Se viró a verle, con el ceño fruncido y la mandíbula tensa. Sus orbes almendrados alcanzaban a mostrar un brillo herido y triste.

Checo resguardaba sus lágrimas dentro de sus ojos, detestando la idea de derramar una sola.

—¡Es suficiente!

Max negó repetidamente.

—No te lesioné yo. No dije nada fuera de lugar —Y eso, era cierto. Max no mentía.

—Lo hiciste adrede, sabes cómo es la prensa con este tipo de temas. ¡Me tienen en la mira por ser mexicano! ¡Por ser tu compañero! —Elevó el tono de su voz mientras más avanzaba en su monólogo. Sintiéndose cada vez más expuesto ante la mirada profunda, rota y brillosa (por las lágrimas retenidas) de Verstappen.

Se sentía juzgado.

—Checo, prométeme que esto no te hará irte —Max apoya sus grandes manos sobre los hombros de Checo.

El corazón de Sergio se estremeció con dureza.

—No renovaré con Red Bull, Max. Ve pensando en un sustituto, por qué no seguiré aquí para 2025 —Aseveró tajante. Adolorido.

Max apartó sus manos de los hombros de Sergio como si estos quemaran.

—No, no puedes irte Checo.

—¡Claro que puedo!

Max retrocedió un paso. Sergio aprovechó este desliz para intentar escapar de allí, sintiéndose terriblemente sofocado y angustiado.

Verstappen le detuvo verbalmente.

—Por favor, Checo —Rogó — Aguarda un poco.

Sergio se detuvo, sintiéndose obligado a permanecer dentro de la oficina. No entiende por qué Max está rogándole demandante mente a que aguarde; él cree que se refiere al lugar.

—No Max... es suficiente dolor, es bastante pesado todo esto, nuestra posición, esta desigualdad tan grande—Checo mezcla los sentimientos provocados por el automovilismo y los de su sensación y afecto por Max — No volveré a repetirlo, nunca, pero eres un ingrato. Un egoísta. Y tus actitudes me han dado molestias — Pérez le enfrentó, tirando sus aflicciones en palabras — Sí tan sólo te hubieses reservado unos cuantos comentarios sobre mi persona para ti...

Suficiente dolor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora