Este trabajo corresponde al día nueve del desafío Omegacember de la fan page Es de Fanfics.
Día nueve: Ronroneo Alfa.
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En la oscuridad y quietud de la noche, una sombra se deslizó por las paredes de la mansión Heelshire.
La silueta marcada por la plateada luz de la luna, reveló que era un hombre, concretamente, un Alfa.
Él caminó con pasos lentos y silenciosos por los pasillos, manteniéndose imperceptible para los oídos.
Subió las escaleras de madera, pisando cuidadosamente cada escalón, evitando rechinidos delatores, hasta llegar al segundo piso. De ahí en más, se dirigió a una habitación específica.
Greta, una joven Omega, dormía plácidamente en su lecho, cubierta por esponjosas y cómodas mantas para protegerse del frío helado del invierno.
Sin que ella tuviera consciencia, la puerta de su habitación fue abierta y la sombra del hombre apareció en el piso, extendiéndose en la superficie por efecto de la luz lunar.
Brahms Heelshire la visitaba cada noche, pues el hombre estaba obsesionado con ella. La había observado y estudiado rigurosamente desde el primer día en que ella llegó a la mansión.
Mientras Greta se acurrucaba más en el calor, Brahms se acercó a ella. La miró y la apreció con devoción.
La respiración se le agitó por la emoción que le proporcionaba la hermosa y dedicada criatura, que trabajaba todos los días arduamente y lo cuidaba con esmero, incluso si no sabía de su existencia, ni entendía el por qué del muñeco.
Con lentitud, el Alfa levantó una de sus piernas y depositó su rodilla sobre el borde de la cama, inclinándose sobre la Omega para observarla dormir más de cerca.
Su corazón latió con fuerza cuando sus sentidos detectaron el sutil aroma a peonias que desprendía la chica. Aspiró lento y profundamente para llevar el dulce aroma a sus pulmones y llenarlos con la esencia de Greta.
Entonces, subió a la cama cuidadosamente, deslizándose sobre las mantas con suma precaución para no perturbar el sueño de su compañera en el lecho.
Con todo y zapatos, se posicionó detrás de Greta y temerosamente la envolvió con sus brazos, acercándola y pegándola contra su pecho.
El cabello de la Omega, esparcido como estaba sobre la almohada, le molestó, así que lo tomó y lo apartó suavemente, deslizando sus dedos sobre él para acomodarlo.
Se acercó aún más a Greta y cerró sus ojos para dormir con ella.
Por mucho que quiso envolverla con su aroma, no se atrevió a hacerlo, no aún, pues quería observarla por un poco más de tiempo, antes de revelarse ante ella.
Poco a poco, el Alfa se reconfortó y relajó tanto, que sin darse cuenta, empezó a ronronear tiernamente. Lo hizo con suspiros de placer, atontado, hasta quedarse cómodamente dormido, abrazado a su omega. Sus respiraciones se sincronizaron y soñaron hermosamente esa noche, recibiendo el calor del otro.