𖠔:Fernanda Warrington, una jóven con una severa mala relación familiar decidí terminar con su vida tirándose de un acantilado a la orilla del mar. Al saltar, en medió de la caída una luz blanca le ciega la vista desmayandola, al despertar se da cue...
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Fer llegó al hotel pasando rápidamente entre los hombres y mujeres que estaban en la recepción, fer subió rápidamente las escaleras asta llegar al pisó donde se encontraba su habitación.
Abrió la puerta con rapidez y lo primero que encontró fue la cara de Egón, quien se mostró desconcertado para luego su mueca cambiar a una de desagradó.
-"Donde te habías metido todo la tarde? Sabes tan siquiera que horas son? Porque estas vestidas así? "-
Pregunto Egón, comenzándose acelerarse mientras se inclinaba hacía fer, quien inmediatamente lo evadió y paso por un lado, adentrándose a la habitación.
-"contesta."-
Exigió, fer solo se quitó la capa y soltó un suspiro. Se volteó a verlo una expresión indiferente tomando desprevenido a Egón.
-" Fui a una biblioteca a leer.. Y se me fue el tiempo nada más. "-
Definitivamente para Egón, su esposa ya no era la misma, para nada. Ya no era aquella mujer necesitada de su atención, ya no era aquella mujer que lo celaba y hacia dramas, ya no era la mujer que pedía su permiso y opinión para todo.. Ya no era aquella mujer irritante y hostihosa.
-"Hoy el emperador de Elfring nos invitó a un banquete de bienvenida a su reino, normal iremos en un par de horas. "-
Mencionó Egón, mientras salía de la habitación dejando a fer sola y aburrida, las sirvientes de que la prepararían para aquel banquete de bienvenida.
Fer ya estaba lista, vestía un elegante vestido rojo con un accesorio de oro en el cuello, este vestido si le gustaba ya que se sentía más comodo y libre, y era elegante, perfecto para ella y para ese banquete.
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Fer se dejó el pelo suelto, dejando que las puntas de su cabello se arrastraran levemente por el suelo, encima de la cola del vestido, las sirvientes la maquillaron de forma leve, un poco de venida, sombra leve en los ojos y un labial de color rojo bajo perfecto para sus labios.
Ya lista salió de la habitación y llegó asta la recepción, donde se encontraba el emperador hablando con un duque, quién al Notar la presencia de fer se quedó boca abierta ante la hermosa imagen de la mujer.
