Prólogo.

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Recuerdo la oscuridad. Sin importar cuanto tiempo pase creo que siempre lo haré. Recuerdo la calma que sentí y que solo duró un segundo. Después sentí miedo y me acobardé porque incluso en medio de la noche uno podía ver un ligero resplandor, pero yo no podía ver nada. Y entonces comencé a encontrarlo, y escuché un sonido a lo lejos, mecánico y repetitivo. Sentí mi corazón acelerarse y el sonido comenzó a escucharse más y más fuerte, la luz comenzó aumentar acompasada con el sonido hasta que este se volvió estridente y la luz cegadora. Entonces pude abrir los ojos.

Sentía mi pecho moverse con cada respiración y dolía un poco cuando mis pulmones se llenaban de aire. Entonces sentí el dolor inundar todo mi cuerpo. Y por alguna razón se sentía demasiado familiar. Nada estaba demasiado claro y sentía mi cabeza dar vueltas, aún con todo tan borroso noté que no estaba solo en la habitación. Podía escuchar claramente a un par de personas moviéndose en la habitación. Intente levantarme, todo dolió un poco más y sentí la mano de alguien mas en mi pecho impidiendo que lo lograra.

— No te muevas, vas a estar bien. Todo está bien.

Era un hombre de cabello rubio, tenia una barba de un par de días y parecía genuinamente preocupado porque no me causara mas daño. Una mujer y un hombre con batas blancas que supongo eran médicos analizaban la pantalla y el equipo del que provenían todos aquellos sonidos, el ruido ya no lastimaba pero sencillamente molestaba, como si llevara demasiado tiempo escuchándolos y ya estuviese harto de ellos. Apenas escuche lo que decían.

—Creo que lo peor ya ha pasado.

Dijo la mujer con un tono de optimismo.

— También lo creo pero no debemos confiarnos —añadió el hombre revisando la pantalla y lo que parecía ser un iPad—. Creo que deberá estar en observación por algunos días más.

— No se quedará ni un minuto más de lo necesario —añadió el rubio con un tono bastante autoritario.

No conocía al hombre pero ya me agradaba. El médico lo miró como buscando las palabras apropiadas.

— Necesitamos asegurarnos de que todo esta bien antes de que puedan irse a casa.

¿Irnos? Preste atención al hombre una vez mas, su cabello, su tono de piel, sus ojos. Debió sentir que lo observaba, porque sentí como dejaba de ver a los médicos y su mirada bajaba hasta encontrarse con la mía.

— ¿Estas bien?

No estaba seguro de como responder a aquello. Aquello era una habitación de hospital. Estaba claro que no lo estaba, pero algo me decía que podía estar mucho peor y el hombre se veía muy angustiado esperando que le dijera algo.

— Creo que si — dudé como continuar—. Pero ¿quien eres? ¿Donde estoy?

Cuando me escuchó, palabra a palabra vi la luz de sus ojos apagarse. Un segundo después miró a los médicos entre preguntando que pasaba, culpándolos de que aquello fuera su culpa, y entre pidiendo permiso para responder. No espero a que se lo dieran.

— Soy tu padre Ethan.

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