Lo que el bosque oculta

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Alguna vez habían escuchado el refrán de "No le busques tres pies al gato".

El bosque estaba en silencio durante el día pero durante la noche era un infierno, infierno donde reinaba una bestia de la cual todos contaban historias, algunos decían que era un monstruo enorme con cuernos y piel rojiza, otros decían que era la mezcla de un minotauro y un drago, pero nadie sabía la verdad que yo descubria a las malas.

Los gritos llamaban mi atención, me quedé de pie frente al imponente y feroz bosque, corrientes frias de aire salen de él como si estas fueran una fuerte exhalación. Mi cuerpo respondió antes que mi cabeza, de un momento a otro estaba caminando dentro del oscuro y frío bosque, la noche aun era joven, si aquello me encontraba sería mi fin. Las ramas que crujían bajo mis pies, y las hojas que se frotaban con el mover del viento me hicieron sentir como una presa dentro de una jaula de la que no saldría nunca.

Un sonido gutural me hizo detenerme en seco, gire lentamente buscando la fuente del ruido, solo pude ver un par de ojos que hicieron que un escalofrío rectara por mi espalda. Empecé a correr desesperada, sabía de lo que aquello era capaz: la gente encontraba cadáveres de osos y animales grandes como venados que descuartizados y destrozados por completo. No quería terminar igual. Logré salir del bosque, aquello se quedó en el límite. Una espeluznante mano negra con garras enormes salió de la oscuridad.

-Corre -una voz salio de entre la oscuridad.

No iva a quedarme para averiguarlo, no pare de correr pero trompese con lo que paresia un monton de ramas que empezaba a extenderse asta donde estaba, intente aferrarme a la hierba, pero aquellas ramas seavian enredado en mis tobillos y aora me alaba asia aquel oscuro bosque, no podia aferrarme a nada mas, que era esto que aoraa me alaba asia la oscuridad, unas anos heladas me tomaron de los tobillo, solo pude sentir como sus afiladas garras se clavaban en mis tobillos. Solo me desmayé.

● ◇ ●

Desperté en medio de la plaza principal, las marcas existían, era como ramas, y garras que habían destrozado mi piel. Me puse de pie y nuevamente me quedé frente al bosque, pero aquello seguía ahí, había un montón de ramas que llegaban hasta donde mis rasguños y arañazos empezaban. Eso no pudo aver sido real, asta que:

-No deverias estar aqui. -dijo un hombre con voz airoso y cansada.

-¿Quien es usted? -pregunte.

-Ya eres sulla -Dijo el anciano mientras salia de entre la hierba.

-¿De quien? -le pregunte al anciano.

-De lo que el templo esconde, de la bestia del bosque, se dise que un dia una mujer llego, al pueblo, casi moribunda con ella llevaba a un niño, que no tiene nombre, ni rostro, un niño que jamas salio del templo, el es la bestia del bosque. -Dijo el anciano-. Hace años una chica tenía esas mismas marcas, le contó a la Gran sacerdote todo lo que había pasado pero él la creyó loca, y ella se colgó del árbol más alto.

El hombre se fue caminando rumbo al pueblo. Me quedé un rato más contemplando la profundidad de las hojas. ¿De quién había sido aquella voz?. El día transcurre con normalidad a escisión de que mi vestido ahora era más largo.

La noche callo y el terror volvió, los chicos de los animales se intensificaron, cerré las pequeñas ventanas trancando las con cualquier cosa que tuviera a la mano. Pero cuando la luna llegó a su punto más alto, pequeñas raíces empezaron a probar de las paredes, grité lo más que pude. Aquello de nuevo me tenía entre sus garras; un fuerte tiro me hizo caer y golpearme la cabeza para después quedar inconsciente nuevamente.

● ◇ ●

Entre abrí los ojos para ver lo que pasaba, mi cuerpo estaba siendo arrastrado por la fango tierra del bosque. No podía moverme, solo podía ver, mi cuerpo estaba totalmente enrollado en ramas. Se detuvo, por un segundo pensé que ya había llegado al lugar donde antes me había dejado, pero no: ahora estaba en un lugar en el que la nieve abundaba, era absurdo, la nieve no caía en verano. El grito de una mujer me hizo levantarme lo más rápido que podía, corrí hasta una enorme roca y me oculté de lo que fuera eso.

-Ustedes deben morir -era el gran sacerdote. Me asomé un poco tras la roca, y solo pude ver cómo aquel hombre arrancaba de un tajo la cabeza de la mujer, no era la única que había tenido aquel horrible final, miles de personas ya hacían en el suelo decapitar o atravesadas por flechas de oro. Un llanto ahogado, giré buscando una respuesta, que no tardé en encontrar: una madre ya asia escondida detrás de la misma roca que yo, solo que parecía no poder verme, como si fuera un fantasma. -Busquen la no debe de estar muy lejos.

-No llores... no llores -susurro la mujer a el hermoso bebe que tenía en brazos. Pero eso no sirvió de nada. De pronto una flecha atravesó su hombro atascando en la piedra.

-¿Sabes que va a pasar? -asintió- tragarme al crío y no le pasara nada.

-Tu gente es más traicionera que una serpiente. Son escoria que vive de aras de su propia inmundicia. -El hombre sacó una daga y la clavó en su ojo derecho, un grito ahogado me hizo temblar. La mujer soltó al niño que ahora lloraba desesperado.

-¿Qué haremos con el niño señor? -preguntó un soldado.

-Traiganlo nos será muy útil, pronto la guerra de la sangre estará en su auge, pero no llegará al norte hasta dentro de dieciséis años, edad en la que él nos podría ser muy útil.

El hombre tomó al bebé como si fuera un perro, pero las manos de aquel crío y la mayor parte de su cuerpo estaba cubierta de una especie de ramas que rodeaban su cuello y su espalda, mientras que parecían haberse apodera de igual manera de sus manos: unas manos negras con dedos puntiagudo.

Era aquello.

Aquello que se ocultaba en el bosque. Las ramas de nuevo se enredaron pero esta vez sobre mi cuello, me jalaron con fuerza para hacerme caer en lo que parecía un costoso suelo de mármol. No tardé en averiguar por qué estaba allí, una mujer tenía el rostro destrozado y una vara en la mano, encima de ella había un niño de no más de siete u ocho años, que destrozaba el rostro de aquella mujer sin piedad. Era más parecido a un animal que a una persona, con la espalda sangrando y el rostro bañado de sangre.

Una vela era lo que alumbraba aquella oscura y fría habitación, los dioses habían creado un monstruo que nadie podía detener. La sus se apagó y solo pude sentir denuedo aquellas manos en mis tobillos jalando con fuerza, lo único diferente esta vez era la temperatura, se sentían como un metal ardiente.

Ahora estaba en la oscuridad del bosque, totalmente desorientada, me levanté con rapidez del suelo y busqué desesperada una respuesta.

Crujidos retumbaban y una oleada de humo salía del bosque. Corre como pude buscando la fuente. Y allí estaba el pueblo se había convertido en cenizas. Las personas colgaban de los balcones como si de un adorno se tratara. Todo había desaparecido, caminé por aquel lugar buscando algún sobreviviente, entre el humo pude ver a una mujer. Corrí lo más rápido que pude así a lle pero me detuve al ver como una extraña y enorme sombra salía de frente a ella, la mujer giró lentamente...

Era yo

Sentí un calor ardiente en mis manos, bajé la cabeza, y solo pude ver aquellas manos negras y puntiagudas que tanto me aterraba. No tenía voluntad para soltarlo.

-Esto es historia. -dijo aquello.

Alce la cabeza y solo pude ver un rostro destrozado por las reirás que ahora no puedo olvidar.

Nunca

Nunca entres al bosque, porque el hombre del bosque te puede atrapar.



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Lo que el Bosque OcultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora