Quizás podamos pensar que en la era moderna seremos libres, pero cuando salimos de nuestra rutina, confesamos lo que sentimos y queremos las personas nos rechazan, nos insultan y hacen que nos sentamos humillados, hacen que sentamos que no valemos si no somos como ellos lo desean.
Eso mismo me pasa a mi.
Soy Andy, salí abiertamente como Transgénero hace unos meses y mi vida se convirtió en un infierno desde ese día.
Las constantes críticas, insultos y golpes se hicieron presentes en mi vida desde ese día, trate de evitarlos pero simplemente no dejaron de pasar.
Me dirigía a la escuela, estaba escuchando música mientras observaba mi entorno, pues este momento sería el único que tendria de paz.
Llegué finalmente a la escuela y lo primero que hice fue ir a la biblioteca, pues ese era el lugar que más paz me daba, me gustaba la sensación de estar rodeado de libros que hicieran que imaginación volara, imaginando mi vida como los libros, simplemente los libros y yo en un solo mundo.
El sonido del timbre me hizo salir de mi mundo, pensé que ahora empezaría la rutina de siempre, camine hacia la salida de la biblioteca despidiendo me de la señora que estaba ahí, a veces pensaba que esa mujer de algunos 40 años me entendía más que los chicos de mi edad, esa señora era más abierta mentalmente que los que se suponen que lo serían.
Llegué a mi salón y me senté en mi respectivo lugar, mire por todo el alrededor buscando específicamente a una persona, ese chico que arruinaba mi vida.
La maestra llegó y comenzó a dar la clase por un momento me sentí aliviado por no ver a esa persona, quizás hoy iba tener un momento de respirar en paz.
Pero mis pensamientos se vieron interrumpidos por la persona que entró al salón.
Un chico un tanto alto de cabellera negra, su piel era un tanto morena pero no dejando de ser blanco.
-Buenos Días maestra ¿Puedo pasar?- dijo Gabriel, siento tan hipócrita como siempre
-Joven, la clase comenzó hace 10 minutos- dijo la maestra viendo a ese chico.
-Lo se pero vera que ningún autobús me dió la parada- dijo Gabriel
-Que sea la última vez que llegue tarde ¿Entendió?- le sentenció la maestra
-Entendido maestra, muchas gracias- me causaba náuseas el ver lo hipócrita que podía llegar a ser
La clase volvió a comenzar y yo ya estaba nervioso, no quería que se diera cuenta de eso pero no podía evitarlo, pensaba en las miles de cosas que me podría hacer hoy.
Para mí suerte el no me volteo a ver en ningún momento, suspiré y pensé en que 5 minutos antes de que la clase terminará iba a salir de mi salón a un lugar "seguro".
-Oye Andy ¿Que pasa?- me preguntó la única amiga que tenía ese salón.
Una chica con la mitad de su pelo de color verde, piel blanca y ojos de color verde oscuro.