Capitulo 2

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Trabajo

Desde que comencé a caminar con dirección aquí, me falta el aire. Y es que, yo nunca salgo los domingos, prefiero estar con mi madre en casa viendo una película o estando cada quien en su cuarto haciendo lo que quiera.

Pienso que los domingos son de descanso, pero veo que Finnick no piensa eso.

Lo peor es que me esta haciendo caminar hacia el otro lado de la ciudad, porque no se su ocurrencia de traerme a la casa de los patrones de su madre y hacer el trabajo aquí.

Llego a la caseta, pues la dirección da a una casa que esta en privada con guardias cuidando cada lado de la casa. Toco la ventana y esta se abre dejándome ver a un hombre barbón con mirada de endemoniado.

-¿Qué se te ofrece?

-Vengo de visita a la casa - saco mi movil viendo el número de casa - doscientos noventa y seis.

-Espera un momento - asiento y me alzo de puntillas mirando que hace, pues toma un teléfono y marca comenzando a hablar y a describirme - ¿cómo te llamas?

-Linsy - sonrió.

-Es una joven con vestimenta de niña chiquita - abro la boca indignada - Si.... ¿Seguro?.... Esta bien - cuelga y me mira, le doy otra sonrisa y habla -: adelante, puedes pasar.

Camino hasta la reja la cual hace un sonido y se abre de par en par, la empujo entrando a la calle. Hay casas lujosas con vallas que dividen la acera y el inicio de la propiedad, en los buzones se logra ver el número de la casa, algunos niños están jugando con pelotas, algunas señoras hablan y otras riegan sus plantas.

Debo admitir que nunca había estado en este lado de la ciudad, pues aquí solo viven los ricos.

Miro todos los buzones, pero al no lograr ver el número de la casa en la que esta Finn, me acerco a la acera a hablarles a unos niños.

-Hola pequeños - los saludo, ellos dejan de jugar y me miran - ¿saben donde esta l-

-¿Por qué nos hablas? - me interrumpe un niño - no te dimos permiso de hablarnos.

Abro los ojos sorprendida, «chiquillo maleducado».

-¿Qué casa busca? - pregunta una niña rubia que sonríe.

-La casa doscientos noventa y seis - le digo.

-¡Es la casa de los Morgan! - los niños se alteran y comienzan a correr.

-¡Esperen! - los intento detener de forma torpe.

¿Son mafiosos acaso?

Suspiro cuando cada uno entra a su casa.

-¿Buscas trabajo? - escucho una voz de persona mayor.

Giro mi mirada y veo a una señora que estaba regando las plantas, me acerco sonriendo.

-No, vengo a ver a un compañero de clase.

-Oh, discúlpame - ríe - la casa de los Morgan esta al final de la calle, gira hacía la izquierda y lograrás ver al fondo la casa.

-Gracias, señora.

Ella asiente y prosigo. Camino hasta el fondo como ella dice, en total son veinte casas que paso - diez frente a las otras diez en la acera que camino - y giro hacia la izquierda, camino pasando otras cuantas casas llegando a la que voy.

Mensaje de madrugada ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora