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Cuando lo veo caer al suelo, mientras Eric se tira a por él, entró en un shock completo.
Siento que estoy viendo una película, en tercera persona.
La ansiedad y el estrés me carcomen por dentro, dificultándome hasta respirar.
Y ese nudo en la garganta, me impide gritar por ayuda, o hablar.
Veo como se pegan.
Y me da miedo.
Me da mucho miedo la situación.
Pero estar ahí metido me daría mucho más.
Y pienso en como Juanjo debe estar igual, aunque no lo muestre.
Y me duele.
Hago lo que creo que es más inteligente y llamo a la policía.
Y también a la ambulancia, por si acaso.
Se empieza a escuchar el sonido de la ambulancia y doy gracias a qué han tardado poco.
Entonces Eric sale a correr, huyendo.
Saco el coraje que no he tenido en toda esta situación y corro a por él.
Le cojo del brazo, evitando que se vaya.
Su otro brazo va directo a mi cuello.
Apretando con fuerza con su mano la zona.
Quitándome la respiración.
Le doy golpes en el brazo para que me suelte, y cuando el ruido de la ambulancia se vuelve a hacer presente me suelta y sigue corriendo.
Me llevo las manos a mi cuello, buscando el aire que no había podido entrar, y respirando para tranquilizarme. Aún noto la fuerza de su mano en mi cuello.
Vuelvo donde Juanjo, al que ya están atendiendo.
Me acerco lentamente y me asomo a la furgoneta.
Veo como lo curan sin decir nada.
Hasta que notan mi presencia.
-¿Quién eres?
-Yo he sido el que ha llamado a la ambulancia.
-¿Te puedes identificar?
-Martin, Martin Urrutia
-¿Qué es lo que ha pasado?
Empiezo a contar lo que ha pasado, buscando la mirada de Juanjo, que no ha abierto la boca, pero tiene los ojos cerrados.
-Lo siento, pero me parece una historia poco creíble.
-Es lo que ha pasado.
-No tenemos pruebas para eso.
La policía llega y empieza a preguntar.
En el momento en el que hacen énfasis en que Juanjo estaba tirado en el suelo, solo, sin ser capaz prácticamente de moverse, hablar o abrir los ojos y yo he llegado acelerado sin decir nada, sé que no confían en mí.
¿Enserio creen que yo le he hecho eso a Juanjo?
-Chico, vas a tener que contestar a unas preguntas
Me dice el policía.
Me hacen una especie de interrogatorio.
-Lo lamento, pero queda detenido ante posible agresión, tiene derecho a permanecer en silencio, todo lo que diga puede ser usado en su contra, y tiene derecho a un abogado.
No entiendo nada, hasta que saca las esposas y me pide que me gire, para ponérmelas.
-Yo no he hecho nada, tenéis que creerme de verdad que no.
...
-no soy el culpable, os puedo decir quién ha sido, se llama Eric y va a mi universidad, es él.
...
-nunca le haría daño a Juanjo, él lo es todo para mí, lo adoro, y si está herido es porque intentó defenderme, no porque yo le haya hecho daño.
...
-estoy diciendo la verdad.
Digo, notando como se me rompe la voz, y empiezo a llorar.
...
-¿Me vais a separar de Juanjo? Pregunto, casi en un susurro al policía.
El policía me explica lo que va a pasar.
-¿entonces como voy a saber lo que le tengo que dar para curarlo? No puede irse solo a casa.
...
-¿Y si empeora?
¿O se encuentra mal?
¿O tiene miedo?
¿Quién va a estar ahí para él?
No puede estar solo.
El nunca me ha dejado solo a mí.
Y ahora cuando más me necesita, tengo que estar.
No podéis hacerme esto.
Por favor.
Mis súplicas no sirven de nada, cuando me dice que me suba al coche, para ir a comisaría.
Miró a Juanjo aún con los ojos cerrados.
Y voy hacia él.
Me arrodillo, llorando.
-perdón Juanjo, perdoname de verdad, te mereces algo mejor, te mereces a alguien que esté para tí, como tú siempre estás.
El policía tira de mis esposas llevándome en contra de mi voluntad.
Y cuando voy a perder a Juanjo, lo único que puedo hacer es gritar.
-Juanjo, gracias por todo, lo siento.
Veo como cierran las puertas de la ambulancia.
-te amo
Digo, ya más bien al aire.
Mientras dejo de oponerme al policía.
No estoy muy presente hasta que me doy cuenta de que me están metiendo en una especie de calabozo.
¿En que momento había terminado ahí?
Me siento en una esquina, con la cabeza apoyada en las rodillas, mientras lo único que hago es llorar, es lo único que puedo hacer.
Y pienso en todo.
Pero sobretodo en Juanjo.
¿Como estará?
¿Se preocupará cuando despierte y vea que no estoy con él?
¿Me odiará?
Me paso horas pensando, no sabría decir cuántas, porque perdí la noción del tiempo.
Pero suficientes para replantearme mi vida, desde el día en que nací.
Acabo dormido, en el suelo aunque está bastante frío, en posición fetal.
Dormiría un par de horas.
Hasta que la incomodidad supera al cansancio y acabo despertando.
Pero me siento en el suelo, mirando a las demás personas que hay ahí.
Y pienso en sus historias o en sus posibles vidas. Imagino que hacen ahí. Gente que tiene pinta de haber matado a alguien, o de haber robado, que están locos, gente que tiene pinta de ser buena persona, y me pregunto que pensarán de mí, si creerán que soy un niñato que se mete en peleas, o incluso algo peor.
Me siento indefenso, también muy pequeño en comparación a mi alrededor, también supongo que un poco por la edad, porque no me extrañaría que fuera el mas joven de las personas que estábamos ahí.
Pero sobretodo me siento como una mierda.
En general. Física y mentalmente.
Doy por hecho que es de día cuando veo a un par de policías dar vueltas por el pasillo.
Habría pasado una hora cuando uno de ellos se acerca a mí.
Abre la puerta y me indica que salga.
Me encuentro un poco perdido, pero le hago caso.
Dando por hecho que volvía a tener que ir a otro interrogatorio estúpido que no cambiaría las cosas, y que después volvería a estar encerrado con el resto.
Cuando me encuentro con la sorpresa de que el camino que estamos siguiendo no es a las habitaciones de interrogatorios, sino a la salida.
Han entrado en razón y se han dado cuenta de que no era yo el culpable de nada. Ese es mi primer pensamiento mientras andamos por el pasillo.
Aunque intento no hacerme ilusiones, por si acaso.
Pero cuando llego a la puerta y mis ojos se cruzan con los de Juanjo. Sé que se ha terminado ese sufrimiento. Salgo corriendo hacia él y salto a sus brazos.
El me coge mientras pongo mis piernas a cada lado de su cadera, agarrándome a él como un mono.
Lo abrazo con fuerza y noto como él esconde su cabeza en mi cuello.
Notó su respiración y me vuelvo a sentir en esa paz, ya tan conocida por mí, que siempre trae consigo.
Es un abrazo con sentimiento, ambos nos abrazamos como si nos fueran a volver a separar, con miedo de volver a perdernos.
Un par de lágrimas se escapan de mis ojos cuando me separo un poco y vuelvo a pisar el suelo, de pie, para verle la cara.
No parece estar muy mal, cojo su cara con mis manos, mientras él me sujeta de la cintura, impidiendo que me separé ni un centímetro más de él.
Le miro a los ojos, y mientras conectamos miradas, veo constelaciones en ellos.
Nos miramos en silencio y sonreímos.
Sonrisas espontáneas, que nos salen sin querer, pero sobretodo, reales, que reflejan la felicidad de nuestras almas.
-Te quiero.
Le digo sin pensarlo.
-Yo más.
Y nos volvemos a fundir en un abrazo, sin importarnos el que dirán, o las personas que están esperando a nuestro alrededor para explicarnos la situación. Sólo pensando en nosotros.
Unos segundos después nos separamos del abrazo.
Nos miramos cómplices y entrelazamos nuestras manos.
El policía empieza a hablar.
Explica que cuando Juanjo despertó, preguntó por mi estado, y cuando contó su version se dieron cuenta de que coincidía con la mía.

Que entonces habían decidido buscar a Eric y que su versión no tenía nada que ver con las nuestras.

Así que acababan de arrestarlo, y con nuestros testimonios de prueba, no se iría de rositas.
Y por último unas disculpas por el malentendido. Dándonos luz verdad para que nos fuéramos de allí.
Entonces entró Eric, sujeto por dos policías y esposado.
Nos miró con cara de pocos amigos.
-me la vas a pagar, te odio.
Dijo en un susurro mirándome como si me fuera a comer con la mirada, en el mal sentido, obviamente. Mientras seguía el ritmo de los pasos de los policías, que no pararon en ningún momento.
Creo que nadie más lo notó así que decidí no preocuparme y disfrutar de que volvía a estar con Juanjo.
Y salimos juntos de la comisaría.
Sin separar nuestras manos en ningún momento.
Pasamos el día juntos. Y esta vez sí que sí que sí, fuimos a mi casa. Cocinamos juntos, nos duchamos juntos, hicimos todo juntos sin poder separarnos en ningún momento. No podíamos estar sin el otro.
Y el día acabó cuando nos tumbamos en mi cama y nos dormimos, acurrucados.
Y lo más importante, juntos.
-Te amo Martin.
-Y yo a tí.
Le dí un beso de buenas noches
en la mejilla y volví a apoyar mi cabeza en su pecho mientras notaba como él me acariciaba el pelo, quedándome dormido escuchando los latidos de su corazón.

Ese corazón que me daba tanta paz y del que, pues, estoy enamorado y fue un momento que recordaré para siempre.

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Holaa
Capítulo nuevoo que hacía tiempo que no actualizabaa

Eric a la cárcel di que sí, a ver si se queda quieto ya ¿no?
Sería lo suyo, ¿lo será? Pronto lo veremos...

La inseguridad de su mirada~juantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora