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"La luna también lloraba, pero el lobo nunca lo supo."
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— ° LA CASA DE ISAAC EN REALIDAD PARECÍA estar abandonada desde hace varios días. Estaba acordonada con cinta amarilla, la cual utilizan para advertir de peligro. Los chicos y yo sabíamos bien que ahí no había ningún peligro, en realidad el verdadero peligro era del padre el ojiazul y el ya no estaba, así que nada más nos podía impedir entrar en aquella casa.
Sostuve una lámpara de mano firme en mi puño, el lugar estaba demasiado oscuro sobre todo después de que la noche hubiera comenzado a aparecer y el la luz del sol ya no se pudiera ver más.
No tenía claro el que podría hacer yo junto a dos hombres lobos, supuse que podía ayudar en apoyo moral o algo así, quería venir. Necesitaba averiguar lo sucedido con el chico y no por ser cotilla sino que me tenía con un sentimiento de pena, angustia y tristeza el saber lo que sufría.
— Si Isaac no mató a su padre, ¿quien lo hizo?
— Aún no lo se.
— ¿Creen que su padre tuviera algún enemigo? — indague
— ¿Enemigo? No creo que fuera un villano. — negó decidido el pelinegro
— ¿No? Golpear a su hijo lo hace uno. Quizá alguien más lo odiaba, no creo que Isaac lo hiciera.
— Y si no sabes quien mato a su padre, ¿comó sabes que Isaac dice la verdad? — pregunto con duda el moreno
— Porque confío en mis sentidos — confeso con seguridad —. Y es una combinación. No sólo el sentido del olfato.
Ambos chicos se detuvieron detrás de mi provocando que yo detuviera mi paso al igual que ellos. No entendía que sucedía pero sin duda no avanzaría por mi sola en aquel lugar tan oscuro.
